Religión, folclore y una virgen que migró hace 13 años

Virgen del Cisne es venerada en los Estados Unidos.

Por Jessica Pesántez Berrezueta

Desde Connecticut, Estados Unidos

Según la historia registrada en la parroquia El Cisne en la provincia de Loja, la aparición de la imagen de la Virgen de El Cisne data del 12 de octubre de 1594. De acuerdo al relato, en medio de una fuerte sequía a través de un mensaje se pidió que se construyera un templo en ese lugar y que ella no les desamparara nunca. Y así sucedió. En medio de las montañas de la Cordillera de los Andes se edificó un templo caracterizado por sus colores celestes y blancos, los mismos colores que se han elegido para vestir a la imagen de la Virgen de El Cisne que migró hace 13 años a Bridgeport, Estados Unidos.

“Proyección Kbogana”, un grupo folclórico creado hace 15 años, los precursores y los de la idea de traer a la Virgen desde Ecuador, junto a la familia Lituma y los fundadores de la agrupación, solicitaron a uno de sus sobrinos que intente “pasar” a la Virgen.  Aunque en un momento dudaron de su “pasada por migración”, esa gran devoción, como explica Jorge Lituma, permitió que ella llegara y desde ese momento se programaron los festejos de agradecimiento.

Esto funciona bajo la misma modalidad de una fiesta patronal en la provincia de Loja. Hay priostes, comida, adornos, misa, procesión, folclore, artistas invitados y muchos ecuatorianos dentro de un espacio cerrado. El clima es frío. Es un sábado por la tarde con temperaturas que oscilan entre los tres grados centígrados y ocho grados centígrados bajo cero.

En el 2018 se designaron los priostes para el 2019 y el líder es Jorge Lituma, secundado por sus seis hermanos con sus esposas y un sobrino. Ellos se han encargado de preparar todo el festejo. El lugar es el “White Eagle Club”, un espacio “gringo” invadido por ecuatorianos y el colorido folclore.

Sale el primer grupo, “Familia Unida”, cuyos integrantes llevan trajes de cayambeñas y del  Diablo Huma. Bailan y ponen colorido en un escenario matizado por globos celestes con blanco y cortinas rojas y blancas que cuelgan entrelazadas en los altos del club que al frente tiene un gran escudo con un águila blanca al puro estilo de la época de los caballeros.

Así se abre paso a una noche folclórica. Los animadores invitan a la comunidad a comer y disfrutar del banquete que estará disponible toda la noche. Son aproximadamente diez metros de mesas, manteles, ensaladas, arroz, seco de pollo, mote y hornado. Las pequeñas velas debajo de cada contenedor mantienen caliente la comida. Los niños, llenos de energía, juegan a las tradicionales “cogiditas como si estuviesen en un patio escolar ecuatoriano.

Grupo Proyección Kbogana y precursores de las fiestas de la Virgen del Cisne en Bridgeport.

Queens es una ciudad del estado de Nueva York localizada aproximadamente a una hora y media respecto al lugar del evento, pero aquello no ha impedido que la agrupación folclórica “Yuyarinba Cawsay” llegase con un elegante traje negro a deleitar a los devotos con sus bailes andinos.

Terminan agotados. No quieren hablar. Se persignan con devoción tocando la imagen de “La Churonita”, algo que se repite varias veces durante la noche, recordando a la mayoría de migrantes que la fe en esta particular imagen de la religión católica ecuatoriana es conocida a través de este sobrenombre que lleva la escultura de largo cabello castaño y rizado elaborada por Diego de Robles en 1594, aún en la época de la Real Audiencia de Quito.

Hay un cambio en la secuencia de las presentaciones. Un ecuatoriano apodado “Chino el sentimental” empieza a cantar, pero antes manifiesta su fe y agradecimientos a la Virgen de El Cisne y descarga un repertorio corto de canciones románticas que se mezcla con las conversaciones de quienes disfrutan del evento.

Hay variedad, y aunque el escenario sea un escenario marcado por la migración y la religión no se ha obviado ni mucho menos omitido los acontecimientos recientes del paro nacional de octubre de 2019 que conmocionó y golpeó duramente al país entre el 2 y el 13 de octubre. Un grupo de unos 30 amigos cuencanos y guayaquileños autodenominados “Los mijitrines” evocan el coloquialismo propio que ha ganado espacio en la jerga ecuatoriana. Se reunieron y en una semana hicieron una dramatización a la que han llamado “El decreto 883”, que rápido permite imaginar lo que vendrá en este momento de la noche.

Dramatización de las manifestaciones durante el paro nacional de octubre en Ecuador.

Jorge Fajardo fue el de la idea y quien movió al grupo a hacer esa interpretación para variar entre el folclore, la política y la religión.

Un hombre que encarna al presidente ecuatoriano Lenín Moreno es empujado en una silla de ruedas junto a “la primera dama”. Un disfrazado de “Jaime Nebot” empieza a repartir dinero entre los espectadores con un saco de billetes. Se ven carteles, varias figuras de la política ecuatoriana. Una bandera flamea junto a quienes representan los personajes de los pueblos indígenas que fueron el símbolo de lucha durante las protestas. Terminan con un baile. La vaca loca se pasea en los hombros de un joven que brinca emocionado cuando suena la canción “Virgen del Cisne” de Byron Caicedo, creada específicamente para rendir homenaje a este ícono del catolicismo de la población sobre todo de la zona centro sur del país.

Las botas de caucho, el poncho amarillo, azul y rojo llaman la atención por la energía que despliega el hombre dentro de esa vestimenta mientras baila. Durante toda la comparsa recalca que el sector migrante también fue afectado por lo sucedido en las protestas.

Javier Calderón es un guayaq uileño que mantiene su devoción por la Virgen de El Cisne desde hace cinco años. Él migró hace tres años a Estados Unidos y desde ese momento cada año participa de las festividades en honor a la imagen religiosa, que esta noche está ubicada frente al escenario en una mesa decorada con la bandera ecuatoriana.  Javier, que representó al “Loco Abdalá” en el sainete, dice que seguirá participando con el folclore ecuatoriano para mantener la cultura, la tradición y su fe católica.

La vaca loca y niños euatorianos atentos al sainete.

Un grupo de niños deja de jugar y observa con atención la comedia. Ellos nacieron en el país del norte, pero entienden perfectamente la interpretación, puesto que sus padres han transmitido y explicado lo que es la cultura ecuatoriana. Es el caso específico de Christian Chuchuca, quien en Ecuador hacía peregrinación hacia el Santuario de la Virgen y después de haber migrado siempre ha asistido a la celebración religiosa desde hace 13 años, aunque es la primera vez que decide participar para rendir homenaje a su religión y sus tres hijos adopten la tradición ecuatoriana.

Los tiempos de uso de los locales privados en EE.UU es limitado, pero aún hay tiempo para la presentación del grupo creador de las festividades de la Virgen de El Cisne: “Proyección Kbogana”. Los integrantes bailan una serie de danzas y al final agradecen a la imagen de la Virgen.

Empieza el baile popular con una orquesta ecuatoriana que también recuerda al público que está allí para homenajear a la Virgen, cuyas fiestas en Ecuador se desarrollan tradicionalmente el 15 de agosto de cada año, pero que dentro de las particularidades de la migración se ha adaptado a fechas entre noviembre y diciembre por los horarios de trabajo y eventos que se realizan durante el verano.

Se interrumpe a la orquesta que ha tenido bailando a todos los asistentes para presentar al último grupo folclórico de danza Juventud Latina que viajó desde Danbury, un lugar ubicado a aproximadamente una hora, para a través de su danza reafirmar su fe por la imagen católica del sur de Ecuador.

En toda la gente dentro del local surge la inquietud de cómo se gestionó el evento y la recaudación de fondos, a lo que el prioste Jorge Lituma responde argumentando que fue posible gracias a la realización durante todo el año de reuniones, bingos, eventos deportivos y donaciones de los devotos, que con la misma fe con que aportaron para el programa van a la celebración de este día religioso de las familias ecuatorianas en Bridgeport.

El día había empezado con una misa en la iglesia de San Peter y caminando por las frías calles pavimentadas hasta el club donde en un segundo piso de madera llegaron al menos 300 ecuatorianos que rezaron y bailaron con la misma devoción por cultura y religión.