La vida se difumina

Martina Pérez

El planeta se manifiesta, el corazón de la tierra ya se contaminó, ya no existe fuerza que apague el fuego que consume la vida y la consciencia sigue en espera. El fuego no mata, el que lo hace es el ser humano que de forma recurrente prefiere la riqueza, que abandona a la naturaleza, que se rehúsa al aire de valentía y al sol de fuerza, que lucha por dinero más no por los ríos, los océanos, los bosques, la selva, la vida. Ayer fue Brasil, hoy es Australia mañana ya no habrá nada por hacer; porque no existe momento más propicio para actuar si la vida se difumina, el mundo cae y la sociedad no cambia. Con dirigentes apasionados por la minería y el carbón, antagónicos a la energía limpia y deseosos de limitar la biodiversidad; Australia arde, sufre y se muere. El cambio climático se frena con las acciones colectivas e individuales, pero también con el actuar gubernamental y la unión internacional decidida. Los daños se los ve ahora, no hace falta esperar décadas; la fauna y la flora se pierden, el agua se contamina, las emisiones aumentan y las acciones no llegan. Un mundo indiferente, silenciado e inmóvil ante una vida que se difumina cada día. (O)