Comprar localmente

Claudia Acosta Andrade

Este fin de semana, acompañando a mi hija en casa, quien realizaba trabajos para su universidad, en un momento de descanso decidimos salir a dar una vuelta por el vecindario, vivimos muy cerca del centro parroquial de San Joaquín, así que decidimos ir hacia allá, hacia frio, me puse una casaca, zapatos cómodos y salimos; el aire fresco, el olor todavía a campo, el sonido de los pájaros en los árboles, la existencia en todas sus formas empezó a deleitar el mundo de mis sentidos: imágenes, sonidos, olores, el bullicio de la gente, sus pequeños negocios, empecé a observar muchas cosas que al pasar en auto no se las ve; las viejas casas donde cuando era pequeña veía las tejedoras de canastos, ahora éstas se encuentran cerradas, ya no se ve a las tejedoras ahí… uno de los primeros restaurantes de comida típica del lugar, el restaurante de Don Braulio, la ferretería Vásquez, la botica del barrio… avanzando hacia el parque central se encuentra una papelería, una panadería, pequeños bazares, hacia abajo, cantidad de lugares para comprar plantas de hortalizas, en fin, todo un mundo de comercio, compra y venta se encuentra en cada centro parroquial.
Este pasear por “el barrio” me hizo reflexionar en poco que lo conozco y lo visito, a pesar de vivir ya 20 años aquí, este sentir va de la mano con lo que estamos viviendo al momento, esta crisis mundial por un consumo inconsciente y desmedido, que está trayendo tanto perjuicio a nuestro planeta y a la vida en él… pero que paralelamente pienso, trae más conciencia y verdad a nuestras formas de existir; así, hace poco leí sobre el impacto ecológico que tiene el consumir cosas que viene del otro lado del planeta, que una forma de vivir con más responsabilidad ecológica es consumir lo que se produce, se oferta en el entorno inmediato, una propuesta ecológica pero también social.
El mundo globalizado nos ha llevado a un consumo exagerado y además nada equitativo, consumismo en las mismas cadenas, en todo lado, engordando gigantescos monopolios comerciales que enriquecen a pocos grupos mientras la gran mayoría se empobrece comprando lo que no necesita; luego, los productos que consumimos en las grandes tiendas tienen varios intermediaros para llegar a éstas, siendo claro que la mano de obra es la que lleva el último lugar en la escala de ganancia; al contrario la compra en el entorno cercano es directa por lo tanto el reparto más equitativo y justo, el recurso va directo a ese hogar, a esa familia, mejorando la calidad de vida de todos quienes habitan y conviven un espacio; además comprar localmente, nutre las relaciones con las personas que viven a nuestro lado, dejamos de vivir amurallados y con miedo a quienes están afuera, este contacto con nuestro entorno le da rostro y nombre a los productos que consumimos y entonces es el pan de doña Tere, la fruta de don Manuelito, las hortalizas de la Gerardina, en fin… sitios como el mercado, las plazas, las pequeñas tiendas de barrio son espacios de encuentro, espacios en el que el otro deja de ser un desconocido para volverse un amigo! (O)