Cambio: miedo e incertidumbre o, ilusión y acción

Tito Astudillo Sarmiento

OPINIÓN|
Cambiamos el trabajo por el teletrabajo; el café y la tertulia en el bar por la video llamada; las dos horas de convivencia familiar transmutaron por un 24-7 en casa; cambiamos las compras del mercado y el comisariato por las plataformas online y el delivery; cambios que configuran el primer estresor, conducente a un trauma emocional, definido así, por su forma abrupta y obligatoria.

El segundo estresor es el miedo: a infectarnos o a que se infecten nuestros seres queridos, miedo a que nuestro sistema de salud colapse, y la indefección resultante, miedo que se refuerza en el tercer estresor: la incertidumbre, que provoca la mucha y a la vez poca información con que contamos sobre el virus, el tiempo que ésta pandemia podría durar; y, la profundidad de los cambios que vamos a vivir.

Estresores que constituyen un camino a la consolidación de la conmoción emocional y que demandan, nuevas actitudes y respuestas para proyectar la vida en la dirección que debemos y queremos llevarla, pues más allá de simplemente existir, debemos trazar el rumbo de nuestra propia existencia, entendiendo que la última de nuestras libertades, aquella que nos relata como legado de vida Víctor Frankl, luego de sobrevivir el confinamiento en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial, nuestra última elección siempre será “la elección de la actitud personal frente al destino para decidir nuestro propio camino”.

Caminamos una cuarentena forzosa que podemos tomar como un espacio de cambio positivo y transformación proactiva para convertir el miedo en ilusión y la incertidumbre en acción.

Desde un nuevo modelo de gestión del tiempo, diseñando procedimientos para desarrollar capacidades, aptitudes y competencias para alcanzar nuestras metas y, a través de técnicas de mindfulness desarrollar los niveles de atención-concentración que nos devuelvan el equilibrio y la calma. (O)