Crecemos y lo olvidamos

Karina López Pino

OPINIÓN|
La modernidad ha traído consigo nuevas formas de adaptarnos, entendernos y enfrentarnos.
La adolescencia es una de las etapas más difíciles para entender a mamá pareciera que su presencia es solo para complicarnos la vida. Son como esa piedra de tropiezo a un derroche exagerado de libertad.
Cuando crecemos pensamos que no es tan necesaria y olvidamos con facilidad que para llegar a la adolescencia o juventud ella fue un pilar fundamental. Sí, quizá aquella mujer de cabellera blanca, de melena negra y alisada, o de churos dorados que postergó sus intereses para pensar en el otro, los otros.
Los dolores de parto o las cicatrices de una cesárea la someten a ser determinada, fuerte, perseverante y una verdadera líder. A los segundos de dar a luz y con un mínimo de vitalidad debe ponerse de pie para dejar que sus pechos abriguen y alimenten al pequeño ser que empieza a adaptarse a un mundo desconocido. Así se convierte en el todo del recién nacido y solo su olor es capaz de calmarlo y arrullarlo.
Luego, con los días, las semanas y los meses su tarea se intensificará y no terminará hasta el día de su muerte. Empezó alimentándolo sin horario, luego le enseñó a dejar el pañal hecho que implicaba levantarse las veces necesarias para llevarlo dormido al baño. Y esto no terminará porque cuando sea joven lo esperará para poder dormir y cuando haya formado su familia orará por él o ella.
Las mamás tienen esa capacidad para hacerlo todo con amor, entrega y sin espera de una recompensa. Pasan los años y ellas ya no serán tan jóvenes y su accionar lento las harán sentirse inútiles al punto de refugiarse en un geriátrico para no ser una molestia, una carga.
Los días no serán tan largos para las que aún disfrutan de su compañero de vida. Y las otras que han quedado solas esperarán ilusionadas que sus hijos e hijas las lleguen a necesitar, extrañar y depender tal como cuando eran unos bebés. Y eso no sucederá porque ya tienen sus propias vidas.
Aun así, siempre estarán allí para proteger, aconsejar, consolar y amar. Gracias mamás. (O)