La real expedición filantrópica de la vacuna

Mario Jaramillo Paredes

OPINIÓN|

A inicios del siglo XIX llegó a América esta Expedición, auspiciada por el monarca español Carlos IV. Dirigida por los médicos españoles Francisco Xavier Balmis y Josep Salvany, tuvo como protagonistas a una campesina española: Isabel Zendal Gómez y a un grupo de niños huérfanos.

La viruela fue traída a América por un esclavo negro del conquistador español Pánfilo de Narváez, quien desembarcó en Veracruz en 1518. La enfermedad se propagó rápidamente y hay quienes sostienen que mató más indígenas que las armas de los conquistadores. Un comandante inglés -pionero de la guerra biológica- envío unas colchas contagiadas con viruela a los indios ottawas y se ahorró combatir con ellos pues la peste acabó con casi toda la población “enemiga”.

La expedición dedicada a combatir la viruela en América tuvo un método sui generis. Recogió niños de los orfanatorios y les inoculó y el virus para que en ellos llegara fresco al nuevo mundo. Una parte de la expedición, dirigida por Josep Salvany, vino para el sur, hasta Bolivia. Estuvo en Cuenca en 1805 y aquí vacunó a setecientas personas el primer día. El médico con su salud deteriorada: “No participó ni en las fiestas fastuosas, ni en las corridas de toros, ni en los bailes de máscaras. La ciudad permaneció iluminada durante tres noches en su honor”.

Isabel Zendal Gómez, humilde campesina española, fue personaje clave de esa expedición sanitaria. Cuidó de los niños portadores y se convirtió en la primera enfermera en estas tierras.

En estos días de coronavirus vale la pena leer o releer “A flor de piel” uno de los libros apasionantes de Javier Moro. Narra la historia de esos héroes que ayudaron a salvar cientos de miles de vidas en nuestro continente. (O)