Bombas de gas y humo

Foto: Xavier Caivinagua

OPINIÓN│Por Dana León

Nos las apuntan al cuerpo y a la memoria. Y nada tiene que ver la COVID-19 y la emergencia sanitaria con la crisis económica y con el hecho de que nos revientan a bombazos.

Las que apuntan al cuerpo son estallidos con los que intentan callarnos, lastimarnos, amedrentarnos. Mal intento, pues no comprenden que eso despierta aún más la voz colectiva. Son tan ajenos al pueblo que hasta ignoran que serán vencidos.

Las que apuntan a la memoria: Esas que aparecen en el escenario de la discusión pública para distraernos, para insultar nuestra inteligencia mientras el Gobierno gana tiempo para acabar con todo lo que puede: con la salud, la educación, la seguridad social, el derecho a la resistencia, la dignidad.

¿Que cómo funcionan las bombas de humo? Salen de cañones llamados “manejo de crisis” y son hechas por algunos departamentos de comunicación destinados a esconder la verdad. Pero este Gobierno hasta eso hace mal. Y es que son tan ajenos…

 

Por ejemplo, esta semana en el marco de las protestas de Cuenca un estudiante, Matias Kamachi, fue detenido violenta y cobardemente. Lo vimos miles en los videos de redes sociales. Lo vieron cientos que compartieron calle junto a él: cinco policías lo metían a rastras a un patrullero por protestar.

Foto: Xavier Caivinagua

Horas después la Gobernación del Azuay emitió una “aclaración” alegando que el motivo del arresto es que el joven “portaba sustancias sujetas a fiscalización” y su ´sesuda´ aclaración estaba acompañaba de una foto de la “sustancia” cuya cantidad cabe en el cuenco de la mano. Y esta es, señoras y señores, la bomba de humo. ¿Acaso este conveniente hallazgo debería distraernos del hecho de que el joven fue detenido en mitad de la marcha, coartando así su legítimo derecho a la resistencia? ¿Dicen que no lo apresaron por protestar? Fue liberado al día siguiente, porque esta vez la bomba no funcionó.

Pero es que este Gobierno siempre puede sorprendernos más. Aquí otra bomba para refrescarnos la memoria: ¿Recuerdan cuando en octubre se firmó un acuerdo en el que se comprometió a no retirar el subsidio de los combustibles? El acuerdo, tan solo una bomba para ganar tiempo, ya no vale nada, dado que el pasado 19 de marzo el Ministro de Energía  anunciaba campante que han mentido, que no respetaran el acuerdo, que el sistema de subsidios cambia por lo que ellos llaman un “sistema de comercio de combustible a precios de mercado y de bandas de fluctuación del 5%”.

Siempre hay más tela por cortar en este Gobierno.

Por ejemplo, cuando la emergencia sanitaria evidenció la fragilidad del sistema de salud público y la incapacidad del Estado para enfrentarla desde allí se dijo que se trataba de una campaña de desprestigio, un intento de golpe de Estado, que los muertos eran obra del gobierno anterior y de sus troll center. Que los cuerpos desaparecen solo para lastimarlos, pobres de ellos que hasta los muertos están en su contra. “Infórmense por canales oficiales“, decían, “porque el resto miente”, insistían. Nosotros nos llevábamos la mano a la frente ante tanto desparpajo.

Antes de eso, a comienzos del brote de la COVID-19 en el país, el 2 de marzo se anunciaba el incremento de 50 millones de dólares (más) al presupuesto de la Policía. El alza no fue para la salud, fue para la Policía, porque como consecuencia necesitan fortalecer a su órgano represor para no salir corriendo. Cuando esto generaba polémica sacaron su carta más confiable para que se deje de hablar del tema: Correa debe tener pena máxima, gritaban. ¡Ele! Esta bomba sí que funciona (ba).

Foto: Xavier Caivinagua

También quieren que olvidemos su decisión de pagar la deuda externa en medio de la pandemia y en pleno estado de emergencia. El 23 de marzo el Ministro de Finanzas anunciaba que el Gobierno destinaría al pago la deuda externa 324 millones (después nos enteramos de que fueron 936 millones), así como si nada. Es como que uno con un hijo enfermo y en emergencia priorice la cuota del carro. Cuando la cosa se fue de las manos nos distrajimos con un error infantil: El vicepresidente emitió un tuit acerca de una donación proveniente de China con cifras inconsistentes (más tarde lo “aclararían”).

Nos botan tanta basura que ya no sabemos por dónde empezar a limpiarnos.

Quieren que olvidemos, pero no se puede. Eso le dirían las 66.400 personas despedidas de sus trabajos en medio de la pandemia, incluidas las despedidas de sector de la salud, sumadas a otras 25.000 que fueron despedidas el año anterior del sector público sin pandemia de por medio. Y no olvidemos a las personas que aún tienen trabajo, pero precario, gracias a la venia que deja la ley inhumana que se aprobó en complicidad con la Asamblea.

Pero ya no hay distracción que contenga la indignación que produce tanta miseria. Ni comunicados de cesión de obligaciones presidenciales para intentar que ignoremos el recorte presupuestario a las universidades. Ni video llamadas falsas para dejar de hablar de la violencia policial en las protestas y la necesidad de salir a ellas. Ni informes presidenciales que más se parecen a un insulto. Ni cuanta cosa se les ocurra. Estamos indignados y no olvidamos.

Foto: Xavier Caivinagua

Y también y a pesar de todo tampoco olvidamos los muertos y heridos de Octubre. Retumban en nuestras cabezas los nombres de Raúl Chilpe, Marco Oto, José Daniel Chaluisa, Edison Mosquera, Gabriel Angulo, Inocencio Tucumbi, José Rodrigo Chaluisa, Silvia Mera, Abelardo Vega, Edgar Yucailla, Francisco Quiñones. Retumba su memoria en la nuestra y no hay bomba que pueda silenciarla. Por ellos y por la dignidad la gente resiste, y lo hace en las calles. (O)