Fe y prevención en honor al Santísimo

La Arquidiócesis de Cuenca prepara la apertura de varios templos en la zona urbana y rural, cumpliendo las medidas de prevención del caso.

El ‘Santísimo’, una custodia de pan de oro que para los fieles católicos es la muestra de la protección de Dios, fue de San Sebastián a la Catedral Nueva sin que nadie se diera cuenta, la fiesta popular del Corpus Christi en su honor no tiene cabida en estos tiempos de pandemia.

La procesión llena de flores, antorchas, velas y cánticos de años anteriores esta vez estuvo ausente, solo los sacerdotes que resguardan la custodia le acompañan en una fiesta que, como todas este año, se hace en silencio, sin gente y a puertas cerradas.

Ayer sábado la misa previa a la celebración del Corpus Christi, a celebrarse este 11 de junio, tuvo unos 1.700 oyentes aunque en la monumental Catedral Nueva no hay más de una docena de personas y el vacío hace eco.



La fe se adapta a los tiempos y los fieles siguen la misa por Internet, “el Señor esté con vosotros” dice el padre Bolívar Piedra, encargado de la liturgia, y si Dios está en todo lado, por qué no también en Facebook Live, desde donde alguien se atreve a comentar “y con tu espíritu”.

Las cámaras enfocan al Santísimo que espera en el altar desde donde, durante la jornada, recibió a quienes le tienen fe, a quienes creen que no es solo una hermosa joya patrimonial sino que representa el resguardo que todos buscan en estos tiempos de pandemia.

El ingreso a la Catedral estuvo permitido durante la mañana, pero con restricciones. En la puerta se guarda la distancia y un puñado de colaboradores de la Curia vestidos de morado cual cucuruchos, toman la temperatura de todo aquel que entra.

El suelo de la Catedral es sagrado para los fieles pero no por eso hay que dejar de pisar alfombras de desinfección, no hay agua bendita pero si alcohol para las manos, y aunque los reclinatorios están desinfectados, ponerse de rodillas está prohibido.

Tan prohibido está que en durante la eucaristía, celebrada minutos después a puertas cerradas, el padre Piedra recuerda que:

“Jesús le decía a la multitud, cuidado con los escribas a los que les gusta recibir reverencias en las calles (…) ellos recibirán castigo”.

Pero en eso de las reverencias hay una excepción, durante el rezo comunitario las religiosas piden “por los jóvenes que promueven la rebeldía, para que vean en las autoridades un ejemplo y no un enemigo”, aunque buenos ejemplos hay muy pocos en estos tiempos de pandemia.

La misa transcurre en soledad pero con la misma solemnidad, los ritos y la fe que se muestra en una Catedral llena.

Al final, el padre Piedra envía una bendición virtual, llama al recogimiento y a la prevención, que Dios nos cuida dice, pero todos debemos darle una mano en estos tiempos de pandemia.

Apertura

También de manera virtual el Arzobispo Marcos Pérez informa que en los próximos días abrirán los templos de San Blas, San Francisco, Corazón de Jesús, El Vecino, María Auxiliadora, Reina de la Paz, San Pablo y San Juan Pablo II.

También abrirán las parroquias Hermano Miguel, Don Bosco, El Carmen, Virgen de Bronce y Monay.

Los feligreses cumplen con medidas de protección para reducir al mínimo los contagios. PSR

En la zona rural se abrirán las iglesias de Chilcapamba, Sidcay, Santa Rosa, El Valle, Paccha, Baños, San Joaquín, Sayausí, Sinincay y Molleturo, y en los cantones las de Gualaceo, Paute, Sígsig, Chordeleg, Girón, Santa Isabel, Oña, Nabón y San Fernando.

Durante la reapertura, señala, no se permitirá la aglomeración, todos deben portar mascarilla, usar alcohol y respetar la distancia.

Los templos, por ahora, abrirán de lunes a sábado y solo durante las mañanas conforme se establece en las restricciones del toque de queda

Hoy es domingo y atipícamente las puertas de varias iglesias estarán cerradas, las misas se darán por Internet, los fieles rezarán desde sus casas.

Un indigente aprovecha la protección de los pórticos de la Catedral Nueva para resguardarse. PSR

Los grandes pórticos servirán para el descanso de los sin techo, porque la pobreza, al igual que la fe, no tienen restricciones en estos tiempos de pandemia. (JMM) (I)