Robo

Catalina Sojos

Hemos llegado a finales de junio; tres meses en los que hemos
respetado el confinamiento a rajatabla. La pandemia del COVID 19 nos
mantiene de cara al piso, física y espiritualmente. Cada paciente, que
es intubado y que debe permanecer sedado boca abajo para permitir que
sus pulmones logren su función, nos aterra. Mientras tanto perdemos la
noción de lo que sucede allá afuera, algo que ciertas “empresas”
aprovechan para la estafa y el mantenernos en un estado de limbo
cancelando nuestras cuotas, obviamente, a pesar de que no queremos su
servicio. Al no poder presentarnos personalmente, tenemos que acatar
lo que dicen. Tal el caso del servicio de televisión pagada, que no es
por cable ni la cadena de NETFLIX, y que mantiene a una señorita en su
oficina para comunicarse con un ente lejano, de otro país, que nos
obliga a seguir atados a su contrato. No sirve de nada presentar
quejas, papeles, etc. tampoco intentar denunciar ante las autoridades
pertinentes. Sucede que “mientras el gato duerme, los ratones se
pasean” y este encierro nos vuelve más vulnerables de lo que somos.
Vivimos en un país en el que el robo es el pan de cada día, en el que
cada político es un arma en contra  del ciudadano común, por ello
hemos aprendido a desconfiar hasta de nuestra sombra. Definitivamente
el día que se acabe este confinamiento ¡al fin! veremos cara a cara a
nuestros miedos.