La colección de ‘Orly’, el “tesoro escondido” de Chordeleg

El azuayo considera que su colección de 290 mini balones es la más grande de Ecuador y la segunda de Sudamérica.

Orlando junto a su colección de mini balones que reposan en un cuarto de su hogar.

Chordeleg es una zona privilegiada. Ubicado a 44, 6 kilómetros de Cuenca, la “Atenas del Ecuador”, es un cantón azuayo bendecido por la naturaleza.

Al empezar a subir en vehículo, hacia este turístico lugar, por un camino sinuoso, se empieza a descubrir majestuosos paisajes andinos. Atrás queda otro cantón mágico como Gualaceo.

Dos minutos antes de llegar al pueblo de Chordeleg, en donde se concentran gran cantidad de joyerías, con gente muy amable que orgullosamente exhiben hermosas Candongas de plata (aretes, típicos de la vestimenta de la Chola Cuencana), se encuentra la casa de Orlando González.


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El Cerro Fasayñán, Las Ruinas Arqueológicas de Llaver y Pungohuayco, son considerados auténticos tesoros de la rica historia de Chordeleg…Pero, en este lugar también se esconde otro tesoro, quizás uno de los más importantes de Sudamérica en cuanto a coleccionismo se refiere. ´Orly´, como es conocido cariñosamente por familiares y amigos, tiene una interesante colección de mini balones.

Con una amplia sonrisa y con cierta ansiedad, el ex futbolista nos recibe amablemente en la comodidad de su casa. El saludo se limita a un choque de codos debido a la pandemia del Covid-19, que no fue impedimento para ir en busca de este tesoro.

Presuroso sube las gradas hasta el tercer piso. La puerta café de madera -que silenciosa y celosamente guarda esta colección- se encuentra cerrada y en ella cuelga una leyenda que resume la pasión de Orlando: “Para unos es una afición, para otros es un deporte, para mí es una obsesión”.

Es así que el obsesionado ´Orly´ saca una pequeña llave dorada de su bolsillo para abrir la chapa de la puerta…El silencio se apodera por unos segundos, sus ojos se cristalizan y en ellos se refleja la gama de colores de sus mini balones…

Al ingresar al cuarto se deslumbra un auténtico “Paraíso” para los hinchas del fútbol que, sin duda alguna, experimentarían una sensación indescriptible, como si las puertas del cielo se habrían abierto de par en par con “angelitos gorditos de diferentes colores”.

El olor a pelota nueva -como ese aroma a nuevo cuando un infante desenvuelve su evidente y redondo regalo de Navidad-, es fuerte. Las pupilas se dilatan de inmediato al observar las 290 esferas que sigilosa y milimétricamente han sido colocadas en unas repisas, mismas que le permiten ser uno de los mejores coleccionistas de Suramérica.

Orlando, quien en esta ocasión especial no dudó un solo momento y lució los colores de su querido equipo, el Barcelona de Ecuador, automáticamente se dirige a la parte central de su colección, en donde se encuentra su balón favorito: un ‘Adidas Fevernova’, autografiado por los históricos mundialistas Iván Hurtado y Jaime Iván Kaviedes, considerado el más mimado de la familia, “inclusive más mimado que mi hija (Natalia) y esposa (Liliana Vera)”, sostiene entre risas.


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Liliana Vera y Natalia, esposa e hija de ´Orly’ González, comparten la pasión del coleccionismo.

Este mini balón también ocupa un lugar especial en el corazón de ´Orly´ porque fue el primero de su colección, por lo que es el único que reposa en un trozo de césped sintético y en las bases de las copas de champagne que utilizó en su matrimonio. Mientras lo sostiene muy delicadamente, cual niño presume sus juguetes, comparte que consiguió esta pelota -con la que Ecuador clasificó a su primer Mundial- cuando estaba en la Universidad de Cuenca.

“Recuerdo que estos balones llegaron a ‘Marathon Sports’ en Cuenca, allá por el 2001. Con un amigo de la universidad vimos este mini balón que fue difícil comprarlo por el costo, pero pude adquirirlo a base de sacrificios”.

Los sacrificios realizados por Orlando para adquirir los mini balones no han sido solamente de antes sino también de ahora, aunque llegó a incursionar en este fascinante, caro y muchas veces incomprendido “mundo del coleccionismo”, gracias principalmente a la comprensión de sus familiares que se han convertido en los “cómplices de esta locura”.

Ante la atenta mirada de Liliana, confiesa que “muchas veces he dejado de comprar algunas cosas para la casa con el fin de adquirir un balón, pero me llena de alegría saber que cuento con el apoyo de mi familia. Incluso mi esposa e hija me ayudaron a pintar y acondicionar este cuarto en donde guardo los balones”.

Mientras se acomoda en un amplio sillón y su mirada se dirige a una escultura original de su ídolo Diego Armando Maradona, la sonrisa se borra de su rostro por unos segundos cuando le preguntamos, ¿hasta cuándo va a coleccionar los mini balones? … -Un silencio incómodo invade la habitación de unos 6×6 metros, pintado de azul, que cada vez va quedando pequeño ante su gran colección-. Toma un respiro y soltando una carcajada recalca:

“Hasta cuando Dios quiera (la tensión se disipa), ahora mismo estoy esperando que me lleguen 14 balones desde España. Los pedí en enero, es mucho tiempo, pero esta pasión me ha enseñado a ser paciente”.

Tan paciente como aquella vez que tuvo que implorar a una niña para que le cambie o le venda un balón ´Adidas Cafusa´. “Recuerdo que la niña estuvo jugando con este balón y le dije: te lo compro, a lo que muy enojada me respondió: ¡No! … Tuve que venirme corriendo a la casa para coger un balón que tenía repetido y tratar de convencerla para cambiarlo…al final lo logré…Algo similar pasó con mi sobrino que tiene su propia colección, quien una vez llegó a decirme: prefiero darme el gusto de tener los mini balones que usted no tiene que venderlos; pero, finalmente le ofrecí un celular (teléfono móvil) y accedió porque no quería nada de dinero”.

Orlando pertenece a un selecto grupo de coleccionistas a nivel mundial mediante en el cual comparten temas relacionados con los mini balones, así como enésimas de anécdotas. “Tengo un amigo mexicano que se llama Rodrigo Romero, quien tiene 1.230 pelotas y entró en el récord Guinness, y una vez me dijo: a pesar que tengo más de 1.000 balones no tengo la mitad de los que tú tienes…Incluso me ha propuesto cambiar cuatro pelotas por una, pero es muy difícil desprenderme de una porque son como mis hijos, así tenga gemelos o trillizos (repetidos)”, menciona risueño.

Detrás de cada mini balón, hay una fascinante historia. Los balones importados y exportados de diferentes partes del país son clasificados de acuerdo a Campeonatos Oficiales, Campeonatos Mundiales y según las Marcas Deportivas. “Tenemos balones ‘Adidas’ de la Eurocopa, desde 1972, hasta el último con el que se jugó las Eliminatorias…lastimosamente este año no se pudo jugar por la pandemia…”.

“…Además, tengo balones con y sin válvulas de la Copa América, incluido el de la edición 2019; balones de ligas como: Portuguesa, Inglesa, Italiana, Alemana, Brasileña, Norteamericana, Ecuatoriana, Española…Vale acotar que a veces salen de dos colores porque son ediciones diferentes, una de invierno y otra de verano”.

Su colección también cuenta con los balones de los Mundiales de Clubes Femenino y Masculino (incluida la pelota con la que se jugó la final 2008: Liga de Quito-Manchester United); de la Champions, tanto del torneo como de las fases clasificatorias y las finales; de los Juegos Olímpicos; Copas Confederaciones; Eurocopa…

Liliana Vera, esposa de ´Orly´, brinda un jugo a su esposo que está con la garganta seca de tantas anécdotas que cuenta. Esta pausa es aprovechada por ‘Lili’ para confesar que al inicio no fue nada agradable la pasión que tiene su pareja por los mini balones.

“Con el paso del tiempo, no me quedó más que aceptar y apoyarle, y ahora se puede decir que el coleccionismo se ha convertido en un vicio para toda la familia. Así que en sus cumpleaños y en las festividades como Navidad, lo único que le regalamos son balones”.

Una gran inversión

Orlando, quien siempre ha estado relacionado con el “Rey de los Deportes”, a tal punto que es entrenador y profesor de educación física, tiene una escuela de fútbol llamada ´Orlygon´, y, además fue el fundador del equipo ´Gualaceños de Corazón´ (hoy en día Gualaceo Sporting Club, equipo que milita en la Primera B del balompié ecuatoriano), y ha formado parte de las inferiores del Deportivo Cuenca, además de jugar Segunda Categoría con Estudiantes (obteniendo el subcampeonato en el 2004 junto a Carlos “Campeche” Campoverde, Manuel “Mugre” Vásquez y Geovanny Vásconez, entre otros), comparte que hay mini balones que tienen precios muy altos, pudiendo llegar a costar en el país desde 20 hasta 300 dólares, aunque “con el paso de los años llegan a cotizarse más”.

¿Se anima a dar una cifra del monto que ha invertido? -le preguntamos-. A lo que suelta otra carcajada y cuenta que ha invertido cerca de 15.000 dólares, por tal motivo “siempre tengo que limpiarlos, protegerlos del polvo y de otros peligros”, sostiene González, de 41 años de edad.

“Tengo un sobrino pequeño de tres años que se llama Juan Martín y siempre viene a visitarnos, pero él sabe que no pueden tocar los balones. En este cuarto solamente ingresan personas de confianza”, señala receloso.

Con este claro mensaje llegamos al final de la entrevista, y así la gruesa puerta de madera café -que esconde estos “auténticos tesoros”-, se vuelve a cerrar con un pequeño ruido proveniente de sus bisagras, a la espera de abrirse en otra oportunidad, especialmente cuando lleguen nuevos “integrantes de la familia” que pasarán a “engrosar” y formar parte de esta colección especial.

Su padre e hija, otros apasionados por el fútbol

La pasión por el fútbol de Orlando fue heredada de su padre Sergio González. Don Sergio, en cambio, colecciona revistas ‘Estadio’. Muy orgulloso saca a relucir sus cerca de 1.500 revistas que se encuentran descoloridas en una vieja repisa, a las cuales les considera “testimonios vivos de la historia del deporte ecuatoriano”.

Entre sus manos sostiene portadas a blanco y negro y a colores, que sin duda quedaron en la retina histórica de los aficionados como la tapa de la celebración de rodillas del guardameta Carlos Luis Morales, quien falleció días atrás.

Sergio González, padre de Orlando, cuenta con más de 1.500 revistas ‘Estadio’.

“Me empezó a gustar el fútbol cuando tenía 10 años (actualmente tiene 62), por lo que apoyo 100% a mi hijo en su pasión. Recuerdo que en ese entonces no teníamos ni radio, por lo que escuchaba los relatos de los partidos en la radio del vecino. Me daba modos para enterarme. Mundial del 70, mi tía que era enfermera en el hospital me contó: Brasil ganó”, resalta.

Su hija Natalia tiene 15 años y también le gusta el fútbol, a tal punto que conformó la selección del Azuay, Sub 14. “Inicié a jugar cuando tenía 12 años, mi Papi fue mi primer entrenador”, indica.

La estudiante de la Unidad Educativa Santa María que juega de volante derecho sueña con llegar muy lejos. Para ello, la futbolista -que admira a Alex Morgan, futbolista y escritora estadounidense, y a la destacada jugadora cuencana María Isabel ´Mayita´ Vásconez- viaja todos los días a la capital azuaya para entrenar en el Deportivo Cuenca Femenino, bajo las órdenes del estratega Kléber Bravo.

Texto y fotos: José Mosquera Baca

Twitter: @jmosquera1982