Alumnos del Sexto Curso “C”, promoción 1984 del Colegio “Benigno Malo” de Cuenca.
Grada de acceso a las diferentes aulas como la del “Sexto Curso C” de la promoción 1984. Foto cortesía

-La muerte no solo se lleva consigo una vida. Se lleva también aquellas atesoradas pertenecías espirituales compartidas con sus allegados, amigos y compañeros. El dolor o vacío se exteriorizará entonces, en función y medida de la intensidad de los momentos vividos de los que, solo quedarán, tal vez como único consuelo, el mirar atrás y recordarlos con nostalgia-.

 

Por Diego Rodríguez

LA ENSEÑANZA “BENIGNISTA”

Han transcurrido mucho más de tres décadas desde aquel significativo momento en el que treinta y cinco compañeros (hermanos de aula) de la especialidad Químico Biólogo, paralelo “C”, promoción 1984, culminábamos nuestros estudios secundarios y nos incorporábamos como bachilleres del viejo y centenario colegio “Benigno Malo”, de la ciudad de Cuenca. Inolvidable acontecimiento en el que, sin lugar a dudas, nos recibíamos experimentando dos hechos de trascendental importancia en el inicio de la carrera hacia las posteriores etapas de nuestras vidas.

El primero, tangible, académico. Un título recibido en nuestras propias manos al interior de una generalizada solemnidad de capa y birrete y posterior entrega de una Acta de Grado que permitiría mostrar aquel amplio y extenso historial de calificaciones y promedios que, en forma independiente a identificar nuestro desempeño estudiantil desde aquel primer curso de antaño, la normativa educacional vigente ya mostraba un proceso discriminatorio marcando diferencias entre un estudiantado al que se le imponía una muy relativa y subjetiva denominación de “excelentes, buenos y malos”.

El segundo, intangible, indeleble, humano. Aquel que, si bien no lo recibimos de manos de ningún profesor o dirigente pero que, con igual o mayor intensidad, terminó impregnado hacia nuestro interior consolidando todas aquellas concepciones humanas (no académicas) inculcadas desde los primeros años para constituirse en base o cimiento, o lo que es igual, piedra angular o punto de partida hacia la búsqueda y edificación de nuestro propio existir. Este intangible momento, pese a carecer de solemnidades o protocolos, es el que se impregnó en lo más profundo de nuestro corazón en el instante mismo en el que, con nostalgia, nos dábamos aquel abrazo sincero y fraterno, deseándonos mutuamente la mejor de la suerte.

El “Vaquero” Fabián Alfredo Vásquez Crespo, con uno de sus tradicionales atuendos.

Se fusionaba entonces aquella educación integral o filosofía “Benignista” exteriorizada en la dualidad de una formación intelectual y humana; esta última, encaminada al fortalecimiento de valores y virtudes que permitirían forjar personalidades férreas y despojadas de miedos o temores, limitaciones o prejuicios, odios o rencores, intereses o vanidades. Iniciábamos así la carrera hacia la búsqueda de nuestros sueños y anhelos entre los que primaban, sin duda alguna, alcanzar una profesión, arte u oficio, pero fundamentalmente, el consolidar nuestra formación interior para mostrarnos como auténticos y verdaderos seres humanos.

Será por ello entonces que: “…No debemos confundir nunca el conocimiento con la sabiduría o virtud. El primero sirve para ganarse la vida, el segundo nos ayudará a vivir…”. Lamentablemente, la vida así nos enseña, lo intelectual y humano no siempre van de la mano.

Grada de acceso a las diferentes aulas como la del “Sexto Curso C” de la promoción 1984.

Estas concepciones filosóficas “Benignistas” recibidas desde los inicios mismos de la bancada estudiantil ya mostraban sus primeros frutos dentro y fuera del Colegio. Labor social con niños de la calle, orfanatos; la incorporación de estudiantes “benignistas” a instituciones voluntarias como Bomberos, Cruz Roja y otros de ayuda y solidaridad fueron claro ejemplo de aquello.

Este recibimiento como bachilleres permitió entonces que, Colegio y Estudiantado, termine fusionándose conceptualmente para siempre en el sentido muy bien expresado por su tradicional canción: “BLANCO Y NEGRO GUAMBRITA … HASTA EL DÍA EN QUE ME MUERA”.

 

AÑORANZAS DEL COLEGIO

Nuestros primeros pasos al interior del Colegio (primer curso) ya tocaban tierra firme y segura. No solo se nos daba inusual importancia al denominarnos “SEÑORES”; profesores y autoridades se dirijan al estudiantado anteponiendo la cálida, singular y significativa frase de: QUERIDA FAMILIA BENIGNISTA. Comenzábamos a sentirnos hermanos.

Cuan significativos constituyeron los dos inolvidables bautizos. El de los chúcaros; ritual y solemne a través del cual, prevalecía el tradicional brebaje denominado “cachimocho”, al que se sumaba el planchazo y sumersión en las aguas bautismales de la piscina simbolizando el lavado o limpieza interior y exterior del recién ingresado.

Un segundo bautismo encaminado a mostrar que todos somos iguales. Aquel que nos enseñaba que los “golpes” de la vida llegan sin distinción alguna y cuando menos lo esperamos; o que, todos, por igual, en algún momento, tenemos que pasar por situaciones duras y críticas que solo se verán aliviadas con el apoyo y solidaridad. Como no recordar entonces aquella primera clase de educación física cuando los alumnos nuevos eran separados para el enfrentamiento que debían librar en un solo raund boxeocon los estudiantes antiguos; estos últimos, generalmente pequeños o delgados, pero diestros, ágiles y firmes que terminaban dando una verdadera lección al recién incorporado quien, confiado en la contienda, terminaba asimilando el hecho con sorpresa y reflexión, luego de la contundente golpiza que recibía y que, finalmente, era alivianada con el abrazo y atención de todos los compañeros del curso, incluido el contrincante.

Esta práctica que no se concretaba exclusivamente con alumnos nuevos fue la que provocaba aquel “nerviosismo súbitoexperimentado al divisar la llegada del “profe de educa” con sus pesados guantes de box que, dicho sea de paso, llevaban los colores tradicionales del Colegio.

Las fiestas “Marianas”, la Biblioteca, el Museo y cúpulas del colegio

Las fiestas de la “Virgen” se las practicaba al interior de solemnes actividades culturales y religiosas iniciadas a partir del tercer sábado de mayo. Para muchos, este fue el singular momento que permitió esbozar un primer poema a la “Virgen María”, con cuartetos o sonetos promovidos por el profesor de literatura quien ofrecía publicarlos en la revista “Antorcha”. La solemne Misa (Ite missa est) cuya tradición se remonta a la administración Jesuitas –1869-, y desfile de faroles, mantenían cálida y radiante nuestra devoción por la dulce protectora del estudiantado “Benignista”.

Imposible olvidar la amplia Biblioteca del Colegio y sus enromes libros cuyo verdadero peso y contundencia podíamos asimilar luego del abrupto e inesperado planchazo propinado por algún impaciente compañero que exigía hagamos pausa en la investigación. La biblioteca del Colegio “Benigno Malo” en su género, se constituye en la más antigua del país al ser fundada en 1864 con un repositorio de obras editadas a partir de 1602.

Imponente edificación del Colegio “Benigno Malo” con su tradicional estilo neoclásico francés. Toma obtenida a una altura de 107 pies.

El Museo empezó a formarse a partir de 1890 cuando el Presidente Eloy Alfaro donó una colección zoológica adquirida a la Casa Deyrole de París. Muy llamativas las colecciones en ornitología, entomología y petrografía; o, aquellas enormes piezas dentales de mastodonte que, a partir de entonces, con toda seguridad, fueron motivo de inspiración para muchos futuros odontólogos.

Ingresar a las “elevadas Cúpulas” constituía una verdadera hazaña que, entre otras cosas, permitía ver muy de cerca los entrecruzados predominantes de una estructura arquitectónica francesa plasmada con latones y tiras de madera técnicamente entretejidos hasta formar semi-circunferencias cuyos misteriosos espacios permitían divagar a la vez en la lectura de notas y dibujos elaborados por alumnos de viejas y antiguas promociones que con anterioridad ya habían coronado tan inspiradoras alturas.

El interior de la “Cúpula” del edificio patrimonial muestra su estilo ‘tijeras’.

Las jocosas rabietas sacadas a más de un profesor se daban al interior de una especial y picaresca ironía que, en más de una ocasión, terminó arrancando la espontanea o incontenible sonrisa del mismo profesor agraviado. El profundo respeto a las compañeras jamás dejó de ser una constante ya que en ellas veíamos a nuestras madres y hermanas.

Los paseos anuales, los conciertos con las inspiradoras bandas musicales del Colegio, los disfraces de fin de año como aquel del “grupo menudo” que nos permitió ganar un primer premio; las jornadas deportivas intercolegiales, la gloriosa banda de guerra, las huelgas estudiantiles y el sonido peculiar de la vieja campana confirmando haberse ido la luz son tan solo algunas de las miles de vivencias experimentadas hoy transformadas en aquilatadas remembranzas y añoranzas que divagarán por siempre en nuestra mente y corazón.

 

ADIOS “VAQUERO” VÁSQUEZ

Fabián Alfredo Vásquez Crespo, es el tercer compañero de la vieja bancada del sexto “C” que se adelanta en forma sorpresiva e inesperada. Lo hace, imponiendo hasta el momento mismo de su muerte, aquel único e inconfundible estilo del elegante “Vaquero” bueno y bonachón, apacible, respetuoso, firme y valiente que afrontaba y superba de pie y sin dejarse doblegar por las vicisitudes o contrariedades propias de la vida, o de una muerte que se le impuso a traición cuando justamente daba las espaldas a la peligrosa cotidianidad diaria, y retornaba confiado y desarmado hacia la cuna, calor y aposento del hogar, en donde lo esperaban la mitad de aquellos pedacitos de sol que no solo eran la razón de su existir, sino demás, quienes avivaban y mantenían radiantes aquellos dorados atardeceres del apacible oeste de su existir.

Su autenticidad extrema contrastaba armónicamente con su inigualable calidad humana. Como soñador infatigable Alfredo, impregnó en su contorno aquella significativa e inseparable personalidad del “Vaquero bonachón” que, a más de infundir confianza y respeto, se mostraba como aquel personaje protector cual irremplazable Ranger o Sheriff del curso, o protagonista de aquellas películas clásicas del oeste de los 70 u 80 en las que predominaban profundas lecciones de humanismo y solidaridad, como las plasmadas en la singular serie BONANZA con la familia Carwraight. El “Vaquero” Vásquez deja proyectada aquella personalidad íntimamente ligada con la parte positiva y buena que tiene todo ser humano.

Innumerables anécdotas vuelven a nuestra mente y corazón. Siempre se aferró a su sombrero, chaleco, pañuelo y botas que, dicho sea de paso, mantenían singular elegancia y distinción y de los que, no prescindió, ni siquiera cuando emprendimos nuestro viaje de gira a las playas en Manta, en el último año.

En cierta forma, las jornadas de educación física se mostraban contrapuestas a su persistencia en no desprenderse de su valiente identidad lo cual llevó a que, constantemente, deambularan los permisos o intentos de exoneración. Encontrar al “Vaquero” Vásquez con zapatos deportivos y uniforme de educación física causaba singular confusión que llevó, en más de una ocasión, se le preguntara por qué no asistió a la “clase de educa”. Su “trio par club”, de “histórica y jovial rivalidad” con el “dúo par one”, terminó superando los 40 años de jocosa existencia al ser materia de bromas y videos en los últimos chats. Son muchas las vivencias y momentos joviales que ahora quedan enclaustradas en las aulas y espacios físicos del Colegio.

Luego de nuestra graduación encontramos un escenario marcados por una relativa ausencia en la que prevalecía el entusiasmo de los significativos desfiles de promociones que permitieron reunirnos y planificar varias actividades. Hace más o menos tres años, con la creación del grupo de chats del “Sexto C”, conseguimos armonizar encuentros en los que prevalecieron reiterados pedidos para que “Vaquero” acuda al café de los jueves, cuya lamentable ausencia se vio alineada a una muy esporádica participación en los chats de grupo “Benignista”.

No obstante, con ese mismo espíritu solidario que le caracterizó, su participación se avivó intensamente en los tres últimos meses de confinamiento y crisis en los que, abruptamente protagonizó aquel inconfundible alboroto propio de la época colegial, en esta ocasión con fotografías –con sus hijos, trabajado, haciendo labor social-, mensajes, llamadas telefónicas, canciones y frases que imponían y exigían nos mantengamos con ese mismo ánimo prepositivo de la época estudiantil. Las típicas ocurrencias diarias, sanas y picarescas, nos remontaban a las viejas vivencias de antaño. Al interior del grupo, a él y su mágica forma de enfrentar la vida le debemos haber conseguido, así sea por instantes, desfogar toda esa carga emocional y olvidarnos por completo de la muy dura realidad sufrida por la pandemia.

Se propuso reivindicar o recuperar aquella esporádica ausencia, o supo tal vez que pronto partiría y debía dejarnos como enseñanza el que nos mantengamos unidos compartiendo con intensidad una “frágil y significativa amistad”. Su último mensaje de voz, enérgico pero jovial y respetuoso, es fiel ejemplo de aquello; haciéndonos reír exigió con picaresca ironía la incorporación al chat del grupo de algún compañero que también formaba parte de la vieja camada estudiantil. Su partida, al interior del grupo, deja tres significativas enseñanzas: MANTENER LA AMISTAD; COMPARTIR INTESAMENTE; LA VIDA ES EXTREMADAMENTE FRÁGIL Y ESPORADICA.

Imposible imaginarnos que aquel domingo 7 de junio de 2020 nos daba su último adiós. Quedaron registrados sus dos últimos mensajes en los que daba un “BUENOS DÍAS”, y nos recordaba “QUIEN GOBIERNA EN EL HOGAR”; en la noche conocíamos de su fallecimiento.

Simplemente te adelantas “Vaquero”. Seguros estamos de que, con la misma calidez y dedicación emprendida durante estos tres últimos meses en los que además preparaste tu partida, recibirás en algún momento a cada uno de tus compañeros del sexto curso “C”.

Continuamos nuestras vidas con ese mismo optimismo, esperanza y fe que la juventud de la madurez exige, no obstante, la relatividad de la vida y sus varios interrogantes obligan preguntarnos si realmente Tú, Jorge Huiracoha Tutiven y Diego Armijos Córdova son los compañeros ausentes…?. Arrancado el capullo y despojadas las ataduras terrenales, sin duda alguna, son más bien ustedes los presentes en el goce de la vida eterna.

Hasta pronto, “compañero”. Que goces de la gracia de “DIOS”.