Apuntes sobre la crisis económica: diagnóstico y salidas | ANÁLISIS

Una mujer vende limones en las calles de Guayaquil. API Archivo

Matías Abad Merchán

La crisis se agudiza. Al inicio de la pandemia, los primeros datos oficiales estimaban una caída de alrededor 6% del PIB, sin embargo, hoy hay cierto consenso entre la mayoría de analistas económicos de que por lo menos para este año el tamaño de la economía se reducirá en más de un 10%.

Durante el año 1999, el cierre de los bancos, la pérdida de depósitos y el cambio de moneda sin duda generó una conmoción social sin parangón, que afectó a todos los hogares del país. Pero desde lo macro indicadores, la producción decreció solo en un 5%; es decir, la mitad del porcentaje estimado para este 2020.

Debido a la cuarentena se paralizó la producción y las ventas. Si en total el sector productivo ecuatoriano (comercio, industria, turismo, agricultura, etc.) producía $294 millones diarios, según el MIPRO en los momentos más estrictos del confinamiento apenas alcanzamos una producción diario de $88 millones.

La crisis es mundial y las prioridades son las mismas: apoyar a los más vulnerables y reactivar la economía y el empleo.

En términos sencillos, si baja la producción, bajan las ventas y, lógicamente, sin ingresos las empresas no pueden sobrevivir. Esto explica que, hasta junio del año en curso, más de 240000 empleados con relación de dependencia hayan perdido su trabajo. A esta cifra hay que sumar varios miles de trabajadores más que no aportan a la seguridad social, por estar en la informalidad o el subempleo.

La crisis es mundial y las prioridades son las mismas: apoyar a los más vulnerables y reactivar la economía y el empleo. Pero los caminos elegidos en cada país varían significativamente. Aquellas naciones con más recursos han optado por inyectar dinero en la economía a partir de  cheques a quienes menos ingresos tienen para que reactivar el consumo o apoyando con capital para que las empresas no cierren.

El Ecuador, debido a la convergencia de varios problemas, no tiene esa posibilidad. El petróleo ha llegado a registrar récords de precios bajos y la recaudación de impuestos ha disminuido significativamente. A esto sumemos que no tenemos ahorros, reservas internacionales ni posibilidad de imprimir billetes.

¿Qué podemos hacer? El presidente ha señalado que el “hueco” financiero es de alrededor de 12 mil millones.

En este sentido, por una parte, debemos seguir en la búsqueda de préstamos del exterior. A la fecha hemos recibido $1805 millones, pero se espera recaudar todavía más de $6000 millones de parte del FMI, BID, CAF, Banco Mundial y la banca china. 

Una buena noticia, sin duda, es la renegociación de la deuda privada con los tenedores de bonos. Bajo las nuevas condiciones, entre 2020 y 2021 apenas se pagaremos como país $80 millones (en lugar de 2800 millones). Para futuro también se ha logrado extender el plazo, reducir la tasa de interés e incluso la rebaja del capital.

Por otra parte está pendiente la necesaria reducción del tamaño del Estado. En 2008 el presupuesto del Estado fue de $10 mil millones. Posteriormente, durante las épocas de bonanza y despilfarro, alcanzó los $36 mil millones. A pesar de la crisis económica y social de 2019 para este año se presupuestó $35 mil millones. No hubo ninguna reducción.

El Estado debe garantizar salud, educación de calidad en un entorno de seguridad. Un Estado que juega a banquero, asegurador, minero o constructor, se vuelve ineficiente.

Finalmente, el camino hacia un crecimiento económico sostenible parte con la generación de un entorno que incentive y facilite la inversión, el emprendimiento y la generación de empleo a partir de ofrecer seguridad jurídica, incentivos a la inversión y disminución de barreras comerciales. Así se generan nuevas plazas de trabajo y, por ende, nuevos ingresos para las familias ecuatorianas, con nuevas oportunidades, calidad de vida y bienestar.