Controles de velocidad

EDITORIAL|

 

Durante la semana pasada la EMOV desarrolló una nueva campaña de control de la velocidad de los vehículos. Los operativos desarrollados en la zona noroccidental de la ciudad permitieron sacar entre otras conclusiones que, aproximadamente el cincuenta por ciento de los conductores que circularon por esa zona, rebasaban los límites de velocidad permitida. Unos sobrepasaban en porcentajes moderados y otros duplicaban esos rangos. Lo anterior explica -en parte- el origen de los accidentes y sobre todo de atropellamientos de peatones. Los límites de velocidad no son normas antojadizas que se le ocurren a una autoridad. Responden a conceptos técnicos que tienen que ver especialmente con la seguridad de la ciudadanía. Por ello quienes incumplen ponen en riesgo la seguridad no solamente de ellos sino de la gente en general.

El establecer períodos razonables durante los cuales los agentes de tránsito difunden las normas sobre límites de velocidad en determinadas zonas urbanas es bueno pues se trata de una etapa de educación de los conductores. Éstos quedan informados y advertidos. En esta etapa no hay sanciones de ninguna clase sino solamente advertencias a quienes incumplen. En una segunda fase los controles aplican las normas vigentes y consecuentemente sancionan a quienes las infringen.

En Cuenca hay zonas que se han vuelto altamente peligrosas por el exceso de velocidad a la que circulan los vehículos, rebasando de largo los límites establecidos. No solamente se trata de avenidas como la de las Américas o la Circunvalación en donde ciertamente faltan controles más constantes, sino también en algunas avenidas en la periferia de la urbe. Buena parte de los conductores cumplen con las normas, pero existe siempre un minoría que no observa esos límites ni otras regulaciones. Esos irresponsables son pocos, pero causan daños y muerte.  Los controles sirven en parte para frenar esos excesos.