Sector textil aporta más del 7% del Producto Interno Bruto (PIB) manufacturero nacional
La industria textil y de confección, la tercera más grande en el sector de la manufactura, se encuentra en una difícil situación económica, por lo que se ve obligada a reinventarse o rendirse.
Varios productores se han dedicado a ampliar su portafolio con productos de bioseguridad, por ejemplo, pero no todos tienen la misma posibilidad presupuestaria para invertir en nuevas materias primas e insumos.
Javier Díaz, presidente ejecutivo de la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE), gremio fundado en 1943, señala que el gran problema que tienen no solo es la baja de ventas sino la elevada cartera de cuentas por cobrar.
La AITE representa a empresas de seis provincias del país: Azuay, Pichincha, Guayas, Tungurahua, Cotopaxi e Imbabura. Representa al 65% de lo que se vende de producción textil y casi 50% de la confección; y, registra más de 60 fábricas.
Díaz señala estadísticas levantadas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) que dan cuenta que aproximadamente 158 mil personas laboran directamente en empresas textiles y de confección. A esta cifra se suman los empleos indirectos que genera, ya que la industria textil y de confección ecuatoriana se encadena con 33 ramas productivas del país.
Este sector anualmente en promedio factura 1.500 millones de dólares al mercado nacional, en el primer semestre de 2019 facturó 750millones y a mayo de este año la facturación no superaba los 250 millones, es decir, están ante una caída dramática de las ventas del sector, tanto en la parte textil como de la confección.
Pero Díaz alerta que ya venían arrastrando una problemática desde hace cuatro años y que se profundizó con el paro nacional de octubre de 2019 y, además, han perdido cuatro temporadas “pico” en seis meses: Navidad 2019, inicio de clases de la costa 2020, Día de la Madre, Día del Padre y ahora perderán el inicio de clases de la sierra.
Pérdidas se dan no solo por covid-19, sino por comercio ilícito, subfacturación de importaciones, contrabando abierto, etcétera
“Lo único que nos queda y que sabemos no va a ser normal es la navidad 2020”, alerta Díaz y responsabiliza de estas pérdidas a: el covid-19, el comercio ilícito, la subfacturación de importaciones, el contrabando abierto y la falta de sensibilidad de las entidades públicas que cuando hacen compras públicas lastimosamente en muchos casos privilegian productos importados.
El contrabando textil, según un estudio de la AITE, solo en 2010 se situó en 200 millones de dólares, considerando el contrabando técnico (defraudación aduanera) y los productos introducidos ilegalmente por las fronteras.
El sector textil aporta más del 7% del Producto Interno Bruto (PIB) manufacturero nacional. En 2013 llegó al récord histórico de exportaciones textiles, superó los 114 millones de dólares. (I)
La elaboración de nuevos y diversos productos para salir adelante
Julio César Benalcázar, industrial textil cuencano, señala que el sector en el Azuay ha sido golpeado a tal punto que la reactivación es lenta, lo que hace que las ventas sean 50% menores a las del año anterior.
Empresarios y empleados, dice, buscaron en conjunto formas para asumir los impactos económicos a fin de mantener a flote a la industria y los puestos de trabajo. En su caso desarrolló productos de bioseguridad como trajes, overoles, sacos, mascarillas y otros.
El mercado y los consumidores cambiaron hábitos, lugares y formas de compra y también a las empresas les tocó aprender a vender mediante redes sociales.
En flujo de dinero explica que también ha sido muy complicado, cuando se debe al sector financiero, aunque si bien han sido flexibles en términos de plazos/cuotas. (I)
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