Incertidumbre electoral

EDITORIAL|

La pandemia que soportamos en nuestro país ha hecho que las noticias sobre las próximas elecciones presidenciales y las proyecciones de sus resultados, así como de la organización de las campañas, pasen a segundo plano. Se conoce que el número de aspirantes es elevado –se dice que pasan de 20- pero cuántos logren la calificación lo sabremos pronto. Muy poco sabemos de las ofertas de programas y planes de gobierno, peor aún de la manera como, los posibles aspirantes, harían frente a los efectos sobre y cambios que esta crisis ha generado y generará en el mundo y en el país. El panorama que nos viene no es nada alentador para gobernados ni gobernantes.

Elegir y ser elegido para cualquier dignidad proveniente del voto popular, es un derecho consagrado en la constitución que conlleva cumplir con los requisitos establecidos por la ley, pero si hay madurez política básica, es necesario de que tengan conciencia  los que toman la decisión de pretender la candidatura para la primera dignidad, de sus reales capacidades, las posibilidades, aunque no evidentes, de ser exitosos y de la infraestructura y organización de los que asumirán las responsabilidades de las campañas. Hacerlo por la mera satisfacción de que conste y publicite su nombre, es una menguada vanidad insultante a la democracia motivación o una demostración de deficiencia psicológica.

Idea generalizada es que la democracia es la mejor opción para la organización política de un Estado y un elevado porcentaje de los países del mundo se gobiernan –aunque sea nominalmente- con este sistema. Las ventajas como modelo de organización y legitimación de los aspirantes de la democracia son evidentes, pero la forma como opera en los Estados es diferente; algunos han demostrado notorio éxito, otros, insuficiencia en el funcionamiento. Muchos son los factores que inciden en este panorama, pero ciertamente no se puede negar la necesidad de cultura política básica de los habitantes. Los resultados lo dirán.