Abdalá, genio y figura (I)

Gerardo Maldonado Zeas

OPINIÓN|

El 1 de agosto de 1987, Abdalá Bucaram regresaba de su primer autoexilio luego de que accedió a ser alcalde de Guayaquil en 1984 y fue sindicado por el caso “cascajo “, el famoso contrato de acarreo de materiales en volquetas con un sobreprecio de 2,5 millones de dólares. Su llegada a Guayaquil, a las calles 29 y Oriente, su coronación con laureles y su discurso efusivo, iracundo, lleno de insultos y acusaciones, se produjo como consecuencia de un pacto en el Congreso de la clase política tradicional integrada por la ID, DP, MPD, FADI, PSE y por supuesto el PRE, al armar un bloque para neutralizar a Febres Cordero y conceder la amnistía a Bucaram. Ese día anunció su candidatura a las elecciones de 1988, en las cuales pasó a la segunda vuelta, pero perdió contra Borja.

Pocas semanas después se reactivó el caso “cascajo” y nuevamente fugó a Panamá. En las elecciones de ese tiempo del Congreso, convocadas en medio período presidencial, logró unir al PRE, PSC, MPD y FRA, para conseguir su exculpación. Para 1992, luego de una brutal campaña publicitaria con el eslogan de la Fuerza de los Pobres, y la canción de Perales que recordaba su exilio y supuesta persecución, participó en las elecciones presidenciales, obteniendo el tercer lugar. La historia de 1996, fue la más trágica experiencia del Ecuador; un gobierno de 5 meses en los cuales hizo tabla rasa del ejercicio del poder, siendo declarado por el Congreso incapacitado mental para gobernar. Fue acusado por malversación de fondos produciéndose su siguiente escape, regresando al Ecuador en 2017, luego de la prescripción del delito.

En esta segunda parte de su paso por la política ecuatoriana, y las actuales acusaciones por presunto tráfico de armas, adquisición de bienes del patrimonio cultural, y esta última, de hace pocos días, de delincuencia organizada, en la cual se produjo un allanamiento innecesario a su domicilio para detenerle, que, en lugar de condenarlo, le victimizó; su actuación sigue llamando la atención por la espectacularidad de los hechos que le rodean…(continuará) (O)