Estado fallido

José Chalco Salgado josechalcosalgado@gmail.com

OPINIÓN|

Un Estado es fallido cuando el monopolio del uso legítimo de la fuerza está en otros grupos, personas, entes o actores; o, al presentarse una pérdida del control del elemento territorio.

La escuela crítica, sostiene que el Estado ha fallado si las estructuras internas pierden viabilidad llegándose a presentar disfuncionalidad en las ejecutorias estatales, anulando la atención y respuesta a las necesidades de la población; igualmente, si los servicios públicos dejan de funcionar; o al perderse la seguridad de las personas; y cuando el régimen político se degenera y carece de representatividad.

El Estado fallido no es sinónimo de Estado criminal, cuasi Estado o Estado débil; implica la comunión de los elementos anotados que desde una valoración cuantitativa y cualitativa permitan evidenciar el fracaso del Estado. El desorden, surgimiento de problemas sociales, políticos, económicos y en algunos casos incluso culturales que rebasan la capacidad esperanzadora, correctiva y armonizadora del Estado, implicando el advenimiento de un momento de falla o ausencia del aparato estatal.

Somalia, Sudán y Pakistán se estudian en la teoría como ejemplos de Estados fallidos. El primero, ha afrontado profundos problemas políticos, económicos, sociales y culturales, pues su conflicto interno ha supuesto la pérdida de 400.000 vidas y 1,5 millones de desplazados llevando a la fragmentación interna con la consolidación de pequeños Estados internos y piratería. En el segundo caso, hay un conflicto continuo por la exclusión interna de regiones, lo que ha marcado la determinación elitista del norte del país hacia la hegemonía de un paradigma cultural con ideas árabes-musulmanas, las otras zonas guardan una marcada diferencia que ha involucrado una sofocante periferia de subdesarrollo y nulo crecimiento. Pakistán, se mira como un inminente Estado fallido por el terrorismo, escaso nivel de desarrollo humano y un altísimo grado de corrupción.

El Estado fallido no supone una fórmula de rápida y sencilla conclusión, como se mira, requiere de la valoración que advierta la comprensión fundamental de la imposibilidad del propio Estado para que -por sí mismo- pueda solventar los problemas al interior. (O)