Una revolución de conciencia

Hernán Abad Rodas

OPINIÓN|

Un alto porcentaje de compatriotas, incluidos algunos de nuestros gobernantes, han preferido la palabra que incendia a la que enciende, la que critica a la que practica, la que confronta a la que construye.

A la palabra se la manipula, se la pervierte, se la confunde, se la utiliza como arma arrojadiza. Tenemos que afrontar el hecho de que conformamos un pueblo de discutidores, de poseedores de verdades que procuramos imponer a los otros por la fuerza.

Si se continúa con el cotidiano uso del insulto, de la mentira y de la falsedad en sus diferentes formas, si no recuperamos el valor de la palabra y reconocemos su grandeza; con el vergonzoso perfil internacional actual del Ecuador, nuestro país se va por el desagüe.

Hoy más que nunca urge que humanicemos nuestro pensamiento y nuestras acciones, mediante la puesta en práctica de un espíritu razonable, que elimine la violencia verbal, la mentira, los atentados contra la integridad física y psicológica de todo ser humano.

Tiempos turbulentos azotan a nuestro país, es menester no dejarse atrapar del slogan político del cliché o del prejuicio. No debemos tener miedo a los depredadores de la democracia, la libertad y de la grandeza de la palabra.

Los que asumimos la responsabilidad de escribir, tenemos el deber de enaltecer los supremos valores humanos, como la paz, la justicia, la democracia, la libertad y la verdad, de cuidarlos y hacerlos revivir.

En las circunstancias actuales en las que vivimos todos, con una justicia que aún deja mucho que desear, con las serias limitaciones económicas, políticas y sociales, mirar a otro lado tarde o temprano nos pasará la factura.

Necesitamos con urgencia una revolución de conciencia en cada uno de nosotros, sino se grita: “No acepto ser meramente aquello que quieren hacer de mí”, o cada compatriota no se niega a ser un elemento de una masa que se mueve sin consciencia de sí misma, manipulados por los “magos” de la propaganda política, bien remunerados por los sepultureros y ladrones de la patria, estamos realmente perdidos. (O)