Emergencia

Ana Abad R.

OPINIÓN|

El fin del Estado de Emergencia decretado por el Gobierno debido al coronavirus debería convertirse en Estado de Emergencia Electoral, no sólo por la grave y profundad debilidad filosófica y de pensamiento de los partidos y organizaciones políticas – aún sin programas de gobierno, a excepción del Movimiento Indígena- o de la preocupante desconfianza en la ciudadanía ante las polémicas acciones y decisiones del CNE sino, en especial, por la vulnerabilidad social y económica de la mayoría de las familias ecuatorianas por la crítica situación del país que se convierte en apropiado caldo de cultivo para discursos mesiánicos, a pesar del escenario desolador que tenemos para los próximos años. De allí, la importancia de declararnos en Estado de Emergencia Electoral, cuidar mucho de nuestra salud mental, aprender a debatir y a escuchar ideas contrarias sin enojarse, no tomarse nada a tono personal y exigir a cada uno de los candidatos a las diferentes dignidades, respuestas concretas porque necesitamos decisiones claras y responsables frente a la grave situación que vivimos, sin olvidar que no podrá haber justicia social sin justicia ecológica: Consulta Popular por el Agua ¡Ya! (O)