Ventana sobre la campaña I

Tito Astudillo Sarmiento

OPINIÓN|

Entender al ciudadano, conocer lo que quiere, ordenar y sistematizar sus demandas, incorporarlas en un programa, socializarlo de manera amplia y plural; para, finalmente, traducirlo en un mensaje que se expresa en un discurso que es práctica: tanto declamativa, cuanto conductual; constituye el eje central de la construcción de una campaña electoral.

De este modo, la estrategia, el factor individual más importante en una campaña, se construye desde una perspectiva que entiende la comunicación política como un proceso dinámico que vincula métodos cualitativos y cuantitativos de investigación; los primeros en tanto descriptores, para entender los asuntos de interés colectivo, las idea fuerza que movilizan y convocan a la población; y, los segundos como herramientas de segmentación y medición.

La estrategia debe sustentar el trípode: ¿qué se va a decir?: definir el mensaje, la idea central que juega a suerte de ideal movilizador; ¿cómo decirlo?, construir las estructuras discursivas, vocerías y cadenas de reproducción, amplificación y viralización para cada mensaje; y, finalmente: ¿cuáles son los canales, públicos y segmentos que condicionan el lenguaje y estructura del mensaje?, es decir la construcción del microtargeting que personaliza la campaña.

Finalmente, entre la analógica cultura del centralismo democrático que caracteriza a la estructura de nuestros partidos y la emergente sociedad digital, escenario de la contienda electoral, los partidos deberán reflexionar y volver sobre Napolitan y su más vigente que nunca: “una Estrategia correcta puede sobrevivir una campaña mediocre, pero incluso una campaña brillante puede fallar si la estrategia es errónea”.  (O)