Academia y Dignidad

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

OPINIÓN|

Quien hubiera imaginado que veríamos llegar este día. Quien hubiera imaginado, en los días de Yachay y la delirante idea de la universidad de los mil millones (“ciudad de conocimiento” de decían) que pagaba profesores extranjeros con sueldos superiores a los USD 200 mil anuales, ganados desde la comodidad de sus casas en California; hasta llegar a esta nueva realidad, este extremo opuesto el que miramos al gobierno de los herederos de la revolución, humillados por su propios excesos y dedicados a la ingrata tarea de asfixiar los presupuestos de las universidades públicas del país.

Y me refiero a la grosera medida adoptada por el Ministerio de Finanzas de reducir en USD 98,2 millones el presupuesto de las universidades. Despojo y abuso que el jueves pasado fue legitimado por una Corte Constitucional a la que cuesta ignorar los apetitos del poder. Y cuidado con dejarse engañar con el malabarismo de palabras y aquello del “nuevo cálculo”. Esto es un recorte presupuestario con todas sus letras. Un recorte que, además, atenta contra los derechos elementales e insulta el sentido común.

Y dejemos de lado la hipocresía. Los que hoy recortan el presupuesto universitario son los mismos que pagaron cerca de USD 350 millones de deuda externa en mitad de la pandemia y cuando los demás países declaraban el default. ¿Se han puesto a pensar que ese pago antojadizo financiaba tres veces el recorte a las universidades? Además, si se deben recalcular los egresos estatales, que se haga entonces sobre cualquier cosa, menos la salud y la educación. Que se recalculen los excesos de la administración y detengan el flujo incontenible de recursos hacia el pozo sin fondo de la corrupción. Porque reducir el presupuesto universitario es una torpeza. Un absurdo que compromete la capacidad de investigación, única esperanza en medio de esta pesadilla. Un recorte que compromete el futuro de miles de estudiantes y pone en la cuerda floja el empleo de miles de docentes.

Y no, no es ese el trato que merece la academia en el mundo civilizado. Es otra su dimensión. Es otra su dignidad… (O)