El suplente Rabascall

Gerardo Maldonado Zeas

OPINIÓN|

Cuando entrevistaba, pretendía fingir una independencia poco común, que a él mismo le molestaba; en el engendro goebbeliano de Ecuador Tv de esa época, fue el principal protagonista. Por su orientación sesgada a favor del gobierno de Correa, a su jorga y a quienes conformaban su secta de amigos de los otros poderes, nunca la tristemente célebre extinguida SECOM, criticó sus contenidos.

En diciembre de 2017 el canal ya no era de su agrado, al incomodarle la agenda de invitados para las entrevistas. En enero de 2020, según él, pretendió integrar un movimiento ciudadano para promulgar el “progresismo” e incluso visitó algunas ciudades, proclamando que no fue “colaborador del correísmo”, porque una cosa es trabajar en un medio público y otra ser seguidor gubernamental.

Pero su nombre siempre fue la carta escondida de la Revolución Ciudadana, que en su deambular en los días de oposición al gobierno de Moreno, no tenía partido con nombre propio. El sueño del Rabascall era ser presidente; se creía el ungido de ese sector de ciudadanos supuestamente inconformes con la política tradicional. En realidad, siempre fue integrante del banco de suplentes a la espera que el dueño y hacedor de las causas revolucionarias, suba del dedo pulgar desde Bélgica.

Sólo un minúsculo grupo, los de la nomenclatura, dirían los soviets, tenían guardado el nombre del presidenciable entrenado en el Foro de Sao Paulo, un muchacho de apellido Araúz, de familia pudiente, enrolado al “proyecto” para clonarlo a la medida del Jefe, quien pretendió ser el candidato a la vicepresidencia, y al no lograrlo, llamar al suplente Rabascall a que haga el papel del supuesto binomio independiente y consiga la tan anhelada “unidad” para aliviar al dolido pueblo.

En Centro Democrático, ese partido político creado para cambiar de color cuando las circunstancias ameriten, Rabascall les pasó por las galletas a Pabel Muñoz, Marcela Aguiñaga, a la misma ñaña Pierina, y otros peones de este ajedrez, que la despertada justicia ecuatoriana acaba de hacerle jaque mate al Rey. (O)