Pablo Paredes, el cuencano que trabaja en Silicon Valley

Pablo cuenta con un equipo de trabajo para desarrollar una serie de proyectos relacionados con la salud mental. Cortesía

Hasta antes de la pandemia, Pablo Paredes Castro recorría las calles de Silicon Valley, en donde veía a diario las oficinas de Facebook, Google y Tesla. Para él ese paisaje es parte de su costumbre, aun así, no deja de ser un espacio en donde la tecnología emerge hacia el mundo.

¿Cómo un cuencano terminó en un espacio en donde se levantan las empresas tecnológicas más importantes de la Tierra?

En el 2000, como miles de ecuatorianos, Pablo sufrió las consecuencias de la crisis económica. Entonces, para enfrentarla, aplicó a una beca Fulbright con el objetivo de adentrarse a la tecnología que se estaba desarrollando en Estados Unidos.

Sus conocimientos en ingeniería electrónica le permitieron salir de Ecuador para estudiar una maestría dual en Ingeniería Eléctrica y Administración de Empresas en el Instituto de Tecnología de Atlanta. Cumplido con ello fue contratado por Intel para que desde Brasil representará a Latinoamérica.

A lo largo de sus años de estudio, a Pablo siempre le acompañó las ganas de explorar el campo de la salud mental. Esa curiosidad y motivación lo llevaron a postular, en el 2010, por un doctorado en Ciencias de la Computación en la Universidad de Berkeley.  Esta institución le entregaría una beca completa, lo que cambiaría la vida de Pablo.

Medir la salud

A raíz de su conexión con Berkeley, a Pablo se le presentó la oportunidad de estudiar un posdoctorado en la Facultad de Ciencias de la Computación de Stanford. Fue allí donde fundaría el Laboratorio de Tecnología del Bienestar, un espacio en donde se confluyen la tecnología y la salud mental.

“En mi doctorado ya hice el trabajo de crear tecnologías para la salud mental. Entonces la gente psiquiatría se enteraron de lo que hacía y yo postulé para ser catedrático en un puesto en un Centro de Salud de Precisión”, explicó Pablo a diario El Mercurio.

Hasta hace algunos años solo existía la medicina de precisión, con la cual se busca identificar las enfermedades en la genética. No obstante, según pablo, luego surgió la salud de precisión, un campo con el que se trata de establecer maneras para que las personas se mantengan saludables.

Y en él ingresó Pablo para medir el estrés. En un primer proyecto realizó el estudio sobre la implementación de la inteligencia artificial para reducir la tensión en el cuerpo mientras se conduce el automóvil.

“Uno no va al médico cuando no está enfermo. Pero nuestra idea es dar ingeniería, dar datos y medirlos en relación a las funciones vitales, a las funciones de comportamientos básicas, como dormir y el movimiento, para precautelar la salud de las personas”, dijo Pablo.

El cuencano también, junto a sus alumnos, creó una extensión para el buscador Chrome, la cual mide el estrés a través de los comportamientos de sus usuarios. Si hay alguna anomalía, la extensión brinda consejos para la salud.

Por el momento la extensión está en inglés, no obstante, Pablo mantiene una relación con la Universidad Politécnica Salesiana, y con esta institución preparan el aplicativo para ofrecerlo en español.

Ética

Si bien la ingeniería y la salud son temas complejos para Pablo, para él lo más difícil es buscar el equilibrio en el uso de la inteligencia artificial, un debate constante en los últimos años.

“Si nos enfocamos en usar la tecnología para solucionar problemas, ella se vuelve un bien social. Si se usa para acentuar divergencias o dar más ventajas a los que tienen más, ella se vuelve una herramienta de destrucción”, dijo Pablo.

Para el cuencano es necesario tener claro cuál será el uso que se le dará a la tecnología, y por su parte, él está seguro que su objetivo es ayudar a las personas que tienen problemas con su salud mental. (AWM)-(I)