Independencia y….. dependencia

Mario Jaramillo Paredes

OPINIÓN|

Octubre y noviembre son meses heroicos en nuestra historia. La independencia de Guayaquil, primero y a mes seguido la de Cuenca, marcaron el inicio de la liberación definitiva de lo que hoy es el Ecuador. Usar el adjetivo heroico no es una simple frase de ocasión. Quienes lideraron esos procesos y quienes anónimamente contribuyeron a la causa, fueron gente que se sacrificó por sus ideales. A diferencia de lo que ocurre hoy fueron personas que – parafraseando- no solamente tenían opiniones, sino lo que es más importante: tenían convicciones.

Hoy doscientos años después, nos liberamos de España, pero seguimos dependiendo de un creciente centralismo cuya burocracia se engorda manteniendo subordinado al resto del país. La incomunicación es parte de esa dependencia. Un ejemplo: el anillo que une o más bien dicho separa a Guayaquil y a Cuenca de la capital del país, está formado por vías de tercera categoría como para acrecentar las distancias entre el poder central y “las provincias”, como despectivamente llaman a lo que no es la metrópoli.

La independencia de Guayaquil, cuyo bicentenario se celebra mañana y la de Cuenca en noviembre, no están unidas solamente por el tiempo. Los dos procesos tuvieron mucho en común. Especialmente, la tesis federalista que sostuvieron los dirigentes de los dos movimientos en contra de la tesis de Bolívar de un poder centralizado. El Federalismo, sostenido por Benigno Malo a fines del siglo, hoy cobra nuevamente vigencia contra la permanencia de un Estado aberrantemente centralizado. Doscientos años después de la independencia de Guayaquil y de Cuenca, todos seguimos dependiendo -como en tiempos coloniales- de un centralismo que se reforzó más en estos últimos años. (O)