Deuda externa y elecciones

EDITORIAL|

Consultados por las encuestadoras sobre los problemas que más les preocupan, los ecuatorianos jamás mencionan la deuda externa del país, que sobrepasa los USD 58 mil millones.

Citan, y con razón, la falta de trabajo, la corrupción, la inseguridad, y ahora la salud.

De ahí que los consultores políticos concluyen que “suponer que (la deuda externa) es un gran tema de campaña es una equivocación”.

Ahora que el Gobierno ha conseguido créditos por USD 6.500 millones, a 10 años plazo, con cuatro de gracia y con un interés del 2,9 % con el Fondo Monetario Internacional, el tema causa revuelo, mucho más porque estamos a las puertas de la campaña electoral.

Agobiado por la crisis económica heredada, en gran parte por el excesivo endeudamiento externo, sin ahorros, por falta de entereza para cobrar a los grandes deudores del SRI, sin mayores inversiones, con demandas internas a punto de derivar en protestas, más los efectos letales por la pandemia, el Gobierno ha “abierto un hueco para tapar otro”.

Y son los condicionamientos del FMI, entre ellos el posible incremento del 12 % al 15 % del IVA, los que desatan la reacción de los presidenciables, pero que no pasa de lo que la gente quiere oír.

El país requiere de ellos alternativas serias, realizables. Es momento que la crisis económica sea abordada, pensando en la reactivación del aparato productivo, en cómo salvar a la clase media cuya pauperización va en cascada, en disminuir el monto de semejante deuda, sin descuidar lo social, y, sobre todo salud y educación, realidades que la pandemia se encargó de echarnos a la cara.

Pero si ellos tienen esa obligación, es más la que deben tener los electores. Abstraerse de ejercer el voto emotivo resultará efectivo en la medida que exijan a los candidatos el CÓMO enfrentarán el gravísimo problema económico.

Informarse correctamente, debatir contraponiendo tesis, programas, antecedentes, a la luz de la realidad económica, es vital, urgente, y, a la vez, un ejercicio de verdadera ciudadanía. Veremos, entonces, que la deuda externa sí debe ser un gran tema de la campaña electoral.