Una mirada lunática

DE HISTORIA EN HISTORIA Bridget Gibbs Andrade

OPINIÓN|

Nació cerca de Siberia y tuvo una infancia pobre. Su vida cambió cuando lo sorprendieron robando y le propinaron una terrible golpiza. A partir de ahí, se aisló a tal grado que peregrinó a un monasterio en busca de un guía espiritual. Al regresar a su aldea, la gente se reunía con él para leer el evangelio mientras su fama crecía. En 1902 viajó a Kazan donde su fe impresionó a los líderes religiosos enviándolo a San Petersburgo, en donde conoció a la familia real.

Los Romanov tenían cuatro hijas y no habían podido concebir un heredero. Finalmente llegó, pero enfermo de hemofilia. Y así entra Rasputín a la corte rusa, recomendado por las duquesas de Montenegro. Medía casi dos metros y su mirada lunática y su presencia intimidaban. El día en que fue llamado a la corte, el pequeño sufrió una hemorragia. Se acercó a él y colocando su mano sobre su cabeza, rezó. A los pocos segundos, la hemorragia se detuvo y eso hechizó a los Romanov. No querían separarse del monje. Lo consideraban un ser divino al que tenían que tener cerca para sentirse protegidos. Pero la corte no pensaba igual.

Luego de una carta escrita por la zarina a Rasputín en la que le decía: “Sólo deseo una cosa, dormir siglos sobre tu hombro”, rumores de una relación entre los dos se propagaron. El zar no tomaba ninguna decisión sin antes consultarla con el monje. Muchos lo veían como un peligro y, algunos, decidieron que debía morir.

El príncipe Yusúpov lo invitó con el pretexto de presentarle a su esposa Irina, mujer que fascinaba a Rasputín. La música del piso alto hizo pensar al monje que había una fiesta en el palacio y mientras esperaban que Irina terminase de atender a los supuestos invitados, Yusúpov le ofreció unos pasteles que contenían cianuro como para matar a un caballo. Se los comió todos y no pasó nada.

El príncipe estaba convencido de que el monje loco tenía súper poderes. Le disparó en el corazón, tumbándolo al suelo. Yusúpov se acercó al cadáver y éste, al abrir los ojos, le ataca. El príncipe logra zafarse y le dispara cuatro veces más. Rasputín cae al suelo, pero empieza a arrastrarse tratando de escapar. Yusúpov lo remata, amarra su cuerpo y lo bota al río. Pero cuando sacaron el cuerpo, no estaba amarrado. Descubrieron que murió ahogado, más no por los disparos. Y la leyenda de sus poderes, siguió viva. (O)