OPINIÓN|
El Bicentenario rodea al Ecuador. La comprensión de su relevancia y trascendencia se debe asumir con significativa dosis de responsabilidad y afinidad por enraizar su sentido.
Poco a poco. Con esfuerzo y sacrificio. Con visión futurista en algunos casos y en otros lamentablemente creyendo que la fiesta e improvisada feria, es lo único que cobra sentido en lo que conmemora el país. El Bicentenario de Independencia de cada ciudad del Ecuador no es una fecha cualquiera, al contrario, invita a la convicción de presentar muestras de progreso y compromiso con el destino del país y ciudad. Implica el ejercicio íntegro por el aporte hacia el futuro de los ciudadanos, sus pilares fundamentales y el trabajo en los elementos estructurales de un tejido social consolidado y sano. Sí. Como en aquel tiempo de la ilusión y esperanza por dejar la corona española.
La pandemia puede anular la fiesta, baile y concierto; pero a la vez, pone en escena la gestión y proyección adecuada de gobiernos locales, instituciones y grupos sociales en general. El espacio público es abandonado por la tarima para dar paso a obras materiales e inmateriales que impliquen un alto grado de compromiso con nosotros mismos y la lucha por la autodeterminación, progreso y libertad. Es decir, existe ahora un espacio coherente y correcto para mirar y valorar lo que en realidad interesa y aporta.
Planificar las ciudades y finanzas de ellas. Entregar obras trascendentales a los elementos sustanciales del progreso de las urbes y dar respuesta a las urgencias de la sociedad, sin duda, es lo que corresponde. Entonces, la pandemia anuló la fiesta y show, pero permitió y permitirá mirar al buen gobierno, gestión y consecuentes instituciones con el futuro del Ecuador y ciudad.
Tocará usar la mascarilla en el tiempo del Bicentenario de Independencia que rodea al Ecuador, pero la mirada no estará cubierta, al contrario, permanecerá atenta. Observadora de las obras para cada ciudad del país, en favor de la población, del futuro y del serio compromiso con el desarrollo a 200 años de nuestra libertad y promesa de futuro. (O)
