Bicentenario

Eduardo Sánchez Sánchez

Cuenca vive dos siglos de Independencia, luego de que los abusos de la corona española incrementaron el deseo libertario de sus hijos, estimulados por la independencia de los guayaquileños,   motivó que los patriotas cuencanos soñaran con la libertad, que se la expresa públicamente el 3 de noviembre de 1820, en la que sembraron el germen que duró hasta que en 1822, retornó el general Antonio José de Sucre, para rescatarla del poder español.

La historia nos muestra una urbe, provincia y sector austral del Ecuador, cubiertos con el eterno manto del olvido y el inequitativo trato con respecto a otras regiones ecuatorianas. Lamentablemente siempre se actúa en beneficio del  centralismo, relegando los intereses de nuestra Tierra.

Centenario con Liut, con el primer automóvil, con la planta de energía eléctrica, Bicentenario con vialidad elemental castigando a pasajeros y comercio en conflictos y encarecimiento por más horas de transportación y riesgos en un mundo de soluciones “parche” y para colmo con las afectaciones gestadas por la pandemia y por la vergonzosa corrupción que perjudica hasta a los muertos y con más razón a los vivos,  que somos los que requerimos de las obras.

Cuenca hermosa por su noble genética, tierra de flores paucarbambinas,  bañada de poemas con pulcritud andina transportados en ríos de perlas que nutren la vida y protestan por ajenos intereses de destruir las génesis hídricas a cambio de sed, enfermedad y muerte.

Ciudad de cantos y de versos, de empedradas calles con viejas casonas  testimonios de seres que las construyeron y que nos enseñaron a quererla con verdadera pasión. Ciudad de campanarios silenciados por el tiempo y de templos cerrados por el virus destructor que ha deteriorado lo más importante, las cálidas relaciones del diario vivir de los cuencanos. (O)