La longevidad II-Parte

Hernan Deleg Pacheco

Muchos aprendimos a calcular la edad de los árboles contando los anillos anuales de crecimiento. A propósito, entre los mamíferos, solo el elefante puede competir con el hombre en longevidad. Se posee datos fidedignos de uno que vivió más de 140 años. Le sigue el castor, el oso pardo y el asno.

Se ha conseguido prolongar artificialmente la vida de los animales. Si se le agrega ácido láctico al alimento de la drosofila (mosca) mejora su metabolismo y vive más tiempo. A los animales de laboratorio se les puede regalar casi una segunda vida combinando racionalmente el frio y el hambre: ¡Las calorías excesivas no conducen a nada bueno!

Pero siempre hay un límite tanto bajo la piel arrugada del gigante envejecido como bajo la cubierta quitinosa(coraza) de la mosca decrepita disminuye la concentración de agua en los tejidos y la actividad de los fermentos, envejecen las neuronas…ya se sabe que depende de la cantidad de segmentaciones que pueden realizar las células, así las del hámster o del cerdo, por ejemplo, se segmentan no más de 15 veces.

Es más breve la vida de los organismos cuyas segmentaciones celulares son poco numerosas o es pequeño el intervalo entre ellas, así es como la evolución ha programado la vida será fugaz y efímera; las ordenes evolutivas son tan sutiles que establecen diferencias incluso entre miembros de una misma especie, las reinas de las abejas, de las hormigas y de las termitas, por ejemplo, viven 20-30 veces más que sus mismas hijas obreras.

Los Autores del estudio de la Universidad de Harvard, proponen que el 30 % de los que viven en entorno con vegetación se debe a mejorar en la salud mental, con niveles más bajos de depresión, actividad física y la reducción de la exposición a la contaminación del aire. (O)