¡No te calles!

Ana Abad R.

Campañas publicitarias no cambian realidades tan dolorosas y vergonzantes como la violencia contra las mujeres, menos si son tardías y respuesta ante “los últimos acontecimientos”. Más allá de las aterradoras cifras estadísticas, es inmensa la responsabilidad colectiva frente a cada una de las víctimas; sin embargo, el silencio, la omisión y las cómplices actuaciones del Estado y sus estructuras, así como de la Iglesia y sus representantes –incluidas las devotas de presidencia que llegan a Roma– es indignante, ofensivo y un atentado a la ética y a la moral, es un crimen de lesa humanidad. ¿Cómo entender a un país con una población que, en su mayoría, se declara católica, apostólica y romana que contra todos sus preceptos pega, insulta, tortura, explota, engaña, abusa, degrada, viola y mata a sus mujeres? y, además, ¿¡en su propia casa!? Si no aceptamos que somos una sociedad enferma, con patologías mentales gravísimas que lleva a sus mujeres, incluso, hasta el suicido; si no nos implicamos en construir un nuevo sistema de educación, si no exigimos la separación de Iglesia y Estado, si no reivindicamos el espacio público para la protesta social sin necesidad de “permisos” seguiremos contando víctimas. (O)