La violencia contra la mujer

Desde tiempos inmemoriales la violencia contra la mujer es otro de los flagelos que no ha podido ser menguado, peor extinguido.

En el caso de Ecuador, poco o nada sirve que el feminicidio esté tipificado en el Código Integral Penal desde 2014. Tampoco las campañas de concienciación lideradas por organizaciones que velan por los derechos de la mujer; y aun las ordenanzas municipales, aprobadas con igual propósito.

Estigmatizada como el “sexto débil”, caducas creencias que devienen incluso del fanatismo religioso, prácticas subliminales que se traslucen hasta en aparentemente inocuos detalles, sobre todo la prevalencia del “macho dominante”, de conductas de docilidad y de poca autoestima que en la mujer ha sembrado una sociedad torpe hasta para verse a si misma, son parte del coctel de abusos que desembocan en agresiones físicas, sexuales, psicológicas y hasta en la muerte.

Desde 2014 hasta el 2020 se contabilizan 833 feminicidios en Ecuador. En lo que va de este año se registran 101. Los más, son cometidos por sus parejas o exparejas.

En Cuenca, desde enero a la presente fecha se registran cinco feminicidios. Las llamadas de auxilio por violencia contra la mujer hechas al ECU-911 desde que comenzó la pandemia suman 1.395. A la zona rural corresponden 500.

A estas desagradables estadísticas se añaden los cerca de 400 casos de violencia sexual, según el reporte anual del Consejo de Seguridad Ciudadana; al igual que los casos de violencia intrafamiliar, recogidos por las Juntas de Protección de Derechos, Fiscalías y Juzgados.

Las secuelas de los feminicidios son terribles, comenzado por la orfandad de la niñez. A la vez, demuestran cuan fallida resulta la sociedad, que reacciona con cierta impavidez, excepto organizaciones de la sociedad civil, en las cuales, qué ironía, escasean los hombres,

Y peor un Estado y sus pares, que si reaccionan lo hacen sin asumir políticas integrales ante un degradante fenómeno que nos debería hacer pensar si merecemos ser parte de la raza humana. Esto no puede seguir así. Hay que actuar, y ya.