Pena, mucha pena

Aurelio Maldonado Aguilar

Las circunstancias que rodean la muerte de Maradona y lejos de seguir hablando de un cadáver que en vida fue un genio en sus jugadas y en el plano humano, un ser que irrespetó todo sin pudor alguno, pues se inauguró en sus andanzas ganando un campeonato mundial con un gol de mano que el mismo llamó “la mano de Dios” para luego caer en alcoholismo y drogadicción y exponerse bajo su acción, insolente y degradado a ventearse desnudo con prostitutas, agredir mujeres y bailar en patética figura donde exponía sus regordetas nalgas al mundo. Irrespetó mujer, hijas y universo entero. Salió risueño de un estadio de la mano de una enfermera al encontrársele dopado, llegando al fin y por la mórbida insistencia de periodistas y fanáticos que lo entrevistaban, a ser un balbuceante que no podía articular una palabra. Amigo de regímenes corruptos, fue íntimo de Fidel y Chávez, que se aprovechaban de su fama para lograr su propósito político.

Pero si nos ayuda a recapacitar sobre el triste estado social y cultural de aquel hermoso pueblo y país, la Argentina de San Martín, que, décadas atrás fuera el más portentoso, culto y adelantado de América, poseedor de un tesoro genético e intelectual indiscutible, que le dio tanta relevancia en el mundo. Hoy y gracias a sus picaros y demagogos gobernantes, va conquistando niveles de pobreza, inflación y desocupación sin precedentes, donde la ignorancia de la gente que nunca pensé posible, forma iglesia y culto propio, “la maradoniana” y asisten con pañuelo en mano a llorar como Magdalenas, frente al féretro. Sus gobernantes, Fernández y Cristina, abren las puertas de la casa rosada de Sarmiento y Mitre, para que hordas de fanáticos obtusos ingresen en desbandada sin ninguna protección frente a la pandemia y protagonicen incluso desmanes y vandalismo. No les importó ni lo pensaron, que muchos valerosos médicos y personal de salud murieron en la lucha por salvar miles de contagiados. Declaran duelo nacional estricto, mientras que cuando murieron personajes como Borges, Houssay, Favaloro, la indiferencia de líderes políticos fue pasmosa. Pena, mucha pena, que aquella potencia de interminables riquezas naturales y genéticas, esté ya entre los países subdesarrollados e ignaros, destruida por los mismos atorrantes de la revolución del siglo 21, desde el foro de Sao Paulo. (O)