¿Es en serio?

Tito Astudillo Sarmiento

Es que me resulta difícil de creer, me parece que o no hemos aprendido nada o, hemos aprendido todo mal, en verdad, lo pienso y trato de darle vuelta, de verlo desde otra perspectiva, de encontrarle sentido o razón, pero no, no y definitivamente me confieso, no lo puedo encontrar…

“Permitir el uso de armas para combatir la delincuencia”, me disculpo, querido lector, por lo corto de mis límites o lo sesgado de mis apreciaciones, pero en verdad no termino de entender; ¿hablamos de combatir la violencia con más violencia?, ¿hablamos de desatar la locura de tener, como último recurso, un arma bajo el brazo para resolver una situación difícil?

La inseguridad en las calles es una relación directa de la marginalidad y la pobreza, es una relación de la exclusión y la falta de oportunidades, es una consecuencia de la decadencia de la sociedad que levantamos, la inseguridad y la violencia se combaten, en el largo plazo, con educación, con inclusión, con oportunidades; y, en el corto con una reforma profunda del sistema de justicia en su sentido más integral.

Pretender que portar libremente armas es una solución es desconocer, del cabo al rabo, nuestra sociedad, nuestra realidad cotidiana, sostener eso es mirar desde la ventana y por encima del hombro la pobreza, exclusión y marginalidad que son el caldo de cultivo de la inseguridad urbana y violencia.

Pretender que el porte de armas es la solución al problema de la inseguridad y violencia urbana es un camino sin retorno al despeñadero de la locura, porque no, y definitivamente no podré conciliar el sueño cuando mi hijo(a) salga de farra, al cine, el mall o cualquier otro lugar de encuentro común rodeado de gente que porta armas por si acaso las llegara a necesitar… (O)