Cuenca: dos siglos de poesía (IV)

// Rincón de Cultura Jorge Dávila Vázquez

El material es muy extenso, pero entre este artículo y el del domingo próximo,  intentaremos llegar al fin de esta serie sobre el gran libro de Tello, que lleva el título de esta nota. En el capítulo I, La Colonia y el exilio, en su primera parte, nos encontramos, con pequeños poemas anónimos, de la segunda mitad del siglo XVII, hallados en el reverso de documentos notariales, y que tienen su encanto. Luego aparece la figura del Padre Nicolás Crespo (ya en el XVIII), jesuita del exilio, y quizás el primer nombre de nuestra poesía, pese a que escribió en latín.

En la generación siguiente, el crítico señala a Ignacio de Escandón, un militar con ciertas dotes para poetizar, y al padre Pedro Pablo Berroeta (1737-1822), , sin duda, la primera gran figura de nuestra lírica. Su extensísimo Poema de la Pasión (alrededor de 8 mil versos) y sus hermosos sonetos, bastan para ponerle en el sitial más alto de la poesía colonial de lo que sería el Ecuador.

Luego de un largo silencio, aparece el nombre de Fray Vicente Solano, humanista de calidad, pero cuyo poetizar no es de la misma altura. Sin embargo, por su hablidad versificadora, es la figura más representativa de las primeras décadas del XIX.

En el capítulo II, En busca de la identidad, Tello habla de la explosión romántica, un poco tardía, en las letras cuencanas. La figura multifacética de Luis Cordero le sirve de paradigma para este acápite, rodeada de un numeroso grupo de poetas sentimentales y buscadores de un sentido identitario.

En el capítulo III, El sabor local, desarrolla los afanes de la segunda generación romántica por captar el gusto de lo cercano, poniendo a Remigio Crespo Toral, como el nombre emblemático, secundado por autores, ligeramente anteriores y contemporáneos, como Julio M. Matovelle, Miguel Moreno y Honorato Vázquez, entre los destacados.

En el capítulo IV, El crisol de la conciencia, Tello analiza la situación del largo posromanticismo ecuatoriano y, cuencano. Se perfilan algunas figuras notables de la poesía local, como Nicanor Aguilar, más bien ignorado como poeta, así como Luis Cordero Dávila y la excepcional Aurelia Cordero Dávila de Romero, primer nombre femenino de valía en nuestro ámbito lírico. ¡Hasta la próxima entrega! (O)