Y así, de repente y sin más, desde el extremo oriente, llegó sin previo aviso, este enemigo invisible que nos tomó sin defensas, con la guardia baja y sin estar preparados, hasta el sol nos dio la espalda, el mundo aterrorizado detuvo su marcha, se cerraron fronteras, y quedamos confinados y refugiados dentro de nuestros hogares.
Un virus despiadado e implacable que nos puso contra las cuerdas, confinados en nuestros propios límites…
El 2020 lo hemos caminado con temor pero con determinación, resueltos a volver a pasar el Niágara en bicicleta, lo hemos hecho y lo volveremos a hacer porque nuestro ADN es luchador, nuestro ADN es determinado, nuestro ADN es solidario y emprendedor.
Nuestra determinación y solidaridad han sido pilar y bastión de un modelo sostenido y dinámico, al cual hoy, la nueva normalidad, en marco de una crisis sanitaria y económica sin precedentes, le plantea nuevos retos que asumiremos con la convicción y determinación de un pueblo que se sabe dueño de su destino. Porque vamos a salir adelante, como dice Juan Bosch: “cuando se está ante una tarea larga y complicada, es mejor madrugar lo más que se pueda y acostarse sólo cuando ya no queden fuerzas para seguir en pie”.
Somos gente de fuego, del fuego solar que cae perpendicular en solsticio y prende la ilusión de volver a retar el tiempo para hacer futuro al andar, somos gente emprendedora que sabe que para responder a la historia que nos precede y levantar el futuro que legaremos a los hijos de la tierra hay que sacudir el polvo del rostro, levantarnos una vez más y emprender optimistas la marcha.
El 2020 nos puso a prueba, sacudió desde los cimientos los paradigmas de nuestra cotidianidad, nos convocó a repensar y reevaluar nuestras prioridades, hacia adelante el 2021 será el tiempo de reinventarnos, caminando sobre lo aprendido y proyectando con ilusión y optimismo los pasos en que volveremos a ser el fuego que prende, contagia y abriga la vida… (O)
