¿Política con ética?

Análisis político Marco Salamea Córdova

La política en su sentido moderno, entendida como la actividad dirigida a conquistar el poder del Estado asoma, generalmente, desvinculada de valores éticos y espirituales.

En el mundo antiguo griego y romano la política no sólo que era definida como “la disciplina suprema entre todas las artes y ciencias” (Aristóteles), sino como una actividad noble y superior que se identificaba con la ética, e incluso con la estética. En la edad media, la política era concebida como una actividad vinculada a la filosofía religiosa. En contraposición a estas ideas de la política, a partir del renacimiento (siglos XV-XVI), que marca el inicio de la época moderna, la política aparece como una actividad separada de la ética y de la filosofía.

El primer pensador que define a la política en este sentido es Nicolas Maquivelo, quien en la obra El Príncipe (1513) señalaba que con el fin de conquistar y conservar el poder político todo medio vale, lo cual implicaba prescindir de cuestiones morales y éticas. El político era descrito por Maquiavelo como un ser habilidoso, capaz de manipular situaciones y con carencia de cualquier escrúpulo; debía buscar apoyos o generar traiciones según las circunstancias; y aunque en realidad no posea virtud alguna, debía simular poseerlas todas.

De esta forma, la política en el mundo moderno quedaba oficialmente inaugurada como una política maquiavélica y sus actores, los políticos, generalmente la practicarán de esa manera.

Sin embargo, frente a este nihilismo de la política, desde oriente surgirían pensadores y líderes que han buscado reinsertar nuevamente la ética en la política y dotarla de espiritualidad. Así tenemos al actual Dalai lama, incansable luchador por la independencia del Tibet, o al profeta Mahatma Gandhi quién, a diferencia de Maquiavelo, sostenía que “los medios impuros desembocan en fines impuros”. Un profeta que vivió como pensó y que también expresó frases como: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente es el silencio de la gente buena” y “si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”; frase esta última presente también en pensamientos como los de Krishnamurti, para quien los cambios fundamentales de la sociedad sólo pueden tener lugar con la transformación de la conciencia individual. (O)