Octavo mandamiento

Juan F. Castanier Muñoz

El impacto producido en los medios de comunicación, incluidas por supuesto las redes sociales, por el ya famoso mensaje de voz enviado por el niño Juan Gabriel Juca, alumno de la escuela de Guachapala, a su maestra Nancy Monroy, es un hecho que puede tener varias lecturas y comentarios. La candidez del niño en sus expresiones, la naturalidad y la frescura de las mismas, su responsabilidad frente al alumbramiento de “la cuchi” de la casa porque no se encontraba su mamá, su temor a no poder entregar la tarea de la escuela a tiempo, la comprensión en la respuesta de su maestra, en fin, varias circunstancias unidas en una historia que ha tenido la feliz repercusión de deleitarnos en medio de una época tan dura y difícil de entender… y de vivir.

Juan Gabriel, sin embargo, pudo tranquilamente esgrimir otro pretexto ante su maestra por lo que no iba a poder entregar su tarea a tiempo: que la señal del internet no estaba buena, que el celular se había dañado, que no entendía las preguntas del deber, que no podía conectarse con la aplicación correcta, etc, pero el escogió la “opción correcta” que era el alumbramiento de “la cuchi” y que era “correcta” por la llana y sencilla razón que era “verdadera”. Juan Gabriel entonces, queriéndolo o no, nos ha dado una maravillosa lección, sin mayor esfuerzo, solamente diciendo la verdad.

Y es que en el tráfago que vivimos, donde una mentira puede pasar como verdad, sin “despeinarse”, donde mienten los gobernantes y los gobernados, donde los padres mienten a los hijos y los hijos a los padres, donde los profesores mienten a sus alumnos y los alumnos a sus profesores, donde el vendedor le miente al cliente y el cliente al vendedor, donde el conductor le miente al policía, donde el político le miente al elector y el elector le exige al político que le mienta, donde, en definitiva, la mentira se ha convertido en una verdadera “política de Estado” y una conducta cuotidiana que tanto daño nos hace. Juan Gabriel nos ha traído como luminoso regalo navideño, un ejemplo de honestidad. ¿Será que alguna vez en el país podamos hacer un gran pacto para todos decir siempre la verdad? (O)