​De todo un poco

Alberto Ordóñez Ortiz

Voceros del Ministerio de Finanzas, sostuvieron en días recientes y sin el menor sonrojo que nuestra economía es un himno a la prosperidad, un dechado de virtudes. Bueno, la vergüenza y sus equivalentes ya no van con la época. Es una deplorable antigualla. Lo cierto es que en esta época agitada por el incurable virus de la desintegran moral, la vergüenza es un cruel insulto a la realidad imperante. Una soberana burla al status de varios altos funcionarios enriquecidos misteriosamente, cuya semejanza con sus pares del anterior gobierno los convierte en sus primos, mejor dicho, en sus hermanos siameses. Sostuvieron, repito, -los voceros de Finanzas, claro está- que la economía del país está por los cielos. Que en el presente año habrá un crecimiento del 3 al 4%. Tendremos –así dicen- una fuente de ingresos que nos pondrá a flotar en miel sobre hojuelas. Con la inversión extranjera que llegará en carretadas, podremos descartar las que no nos interesan. Así las cosas, no habrá más remedio que bajar el salario básico unificado. ¡Aleluya!

Si nos referimos a Julian Assange, -hoy en la ola más alta de todos los medios- nuestro antiguo inquilino de la embajada del Ecuador en Londres, hay novedades del todo frescas: Una jueza del Reino Unido acaba de negar su extradicción a los EE. UU. Ya no tendrá necesidad de la cédula expedida en este gobierno, con la que se le acreditaba la calidad de ecuatoriano nacido en Chaupicruz. Si se mantiene la medida, podrá regresar a su terruño y dedicarse como sus respetados ancestros, al cultivo y exportación del “chulpi” y análogos.

De ser cierto lo que se dice en toda reunión pública, ¿y qué se dice? pues que hay funcionarios que se han llenado los bolsillos con dinero de los ecuatorianos, Tendrán que poner “pies en polvorosa”. Bueno, los que pueden. Claro está. Claro. Bien claro. (O)