Democracia y prepotencia

En una democracia representativa, los procesos electorales designan a los nuevos mandatarios. Es normal que haya varios aspirantes a las funciones, pero es esencial que los pretendientes acepten los resultados finales. Para que funcione este sistema, es indispensable que los candidatos acepten la derrota. Las dictaduras se basan en la captación del poder respaldados en la fuerza, con frecuencia, mediante acciones violentas. Más que la voluntad popular pesa el afán de poder de los dictadores quienes, con prepotencia, se consideran los únicos para gobernar por cualquier medio, lo que conlleva prepotencia, cargada de soberbia.

No es raro que en los resultados finales haya diferencias estrechas y la posibilidad de que haya habido errores en los procesos. Las leyes establecen organismos que se encargan de dilucidar las discrepancias evaluando los planteamientos y se pronuncien para superar lo planteado. Si los contrincantes tienen real espíritu democrático, aceptan las decisiones de las instancias, aunque están en desacuerdo y no les guste. La independencia y autonomía de poderes supera las explicables aspiraciones y ambiciones individuales, a veces cargadas de pasión. Cuando hay prepotencia prima la ambición de poder sobre las decisiones legales.

Lo ocurrido el pasado miércoles en Estados Unidos es inaudito en un país que ha sido modelo del funcionamiento democrático. La invasión violenta de partidarios del candidato perdedor –actual presidente- para impedir que el congreso certifique los resultados finales. Desde los inicios, con prepotencia inaudita, calificó de fraudulentos los resultados, apelando a todos los organismos establecidos que se pronunciaron en contra de sus ambiciones. Recurrir a la violencia física valiéndose de partidarios fanáticos muestra que hay en ese presidente un alma de dictador. En su administración el insulto a los rivales fue su única expresión, renunciando al diálogo armónico. La oposición existe en toda democracia, y los presidentes buscan armonía y no agresión.