No desesperarse

El contraataque del Covid-19 y acaso la justificada lenta producción y distribución de la vacuna para combatirlo son, entre otros de menos peso, factores que pueden incidir para que la población se desespere.

Las ocho mil dosis de vacunas de Pfizer-BioNtech importadas por el Gobierno de Ecuador, lejos de crear un ambiente positivo, ha generado críticas, impaciencia y reclamos, no del todo aceptables.

Los primeros anuncios del Ministerio de Salud en cuanto al número de dosis que vendría, que finalmente no ocurrió, más una pésima campaña comunicacional desde el Gobierno, aunaron para que la población esté escéptica.

Haber recibido el primer cargamento con un despliegue de espectacularidad mediática, que incluyó arco de agua en el aeropuerto de Guayaquil, enervó más los ánimos, a más de ser actos propios de tercermundismo.

En el caso de Cuenca, montar un despliegue militar y policial para resguardar “apenas 390 dosis” como comentó la gente entre irónica e iracunda, no se compadece con el mínimo de seriedad y de la real protección que ameritaba el pequeño embarque.

La clase médica del Azuay y la población reclaman por las escasas dosis enviadas para inmunizar al personal de la salud de hospitales públicos y privados.

Sin embargo, en momentos críticos como los que se vive, la serenidad, entender la realidad, informarse que la vacuna tampoco es que los laboratorios la están produciendo por millones de millones, o que, si lo hacen, comprender que la demanda es mundial, e incluso los países con poder económico podrían estar acaparándola. Es más, por recomendación de la OMS solamente los Gobiernos pueden negociarlas, y en eso están todos.

El ministro de Salud anunció ayer que hasta finales de febrero llegarán otras 78 mil dosis para ampliar la inmunización al resto del país, en tanto se negocia con otras farmacéuticas.

Hasta tanto, que no cunda la desinformación, la mediatización del proceso, y la desesperación, esta última, alimentada por el ambiente electoral y las ínfulas de figurar. La protección sigue siendo la clave para detener contagios y las muertes por Covid-19. Entendámoslo de una vez.