El ferrocarril del Austro

María Rosa Crespo

La empresa Estatal de Ferrocarriles tiene más de cien años de vida, cuando en 1908 llegó la primera locomotora a Quito, se cristalizó al fin el proyecto más importante de Alfaro: la integración geográfica y económica de nuestro país. La historia del ferrocarril ecuatoriano se encuentra llena de hechos verídicos legendarios, a los cuatro años de su inauguración el mismo Alfaro fue trasladado de Guayaquil a Quito para su inmolación en “La Hoguera Bárbara” del Ejido. La destrucción de la vía férrea por las continuas crecientes de los Ríos Chanchán mantuvo aislada la región Austral del resto del país en varias oportunidades, fue una de las causas de los levantamientos urbanos y campesinos registrados en la provincia del Azuay en la década del veinte, por la escasez y acaparamiento de la sal. Algunas obras de César Dávila Andrade, sus imágenes y metáforas se gestaron en los precipicios, las moles gigantescas de la cordillera andina, los jirones de niebla, que contemplaba desde las ventanillas del tren como en el siguiente fragmento del relato “Un centinela ve aparecer la vida”. “A través de la ventanilla del vagón miré el primer cóndor, habíamos salido a las tres y media de la mañana de la estación de Saxadumbay bajo un aguacero negro, retumbante de truenos. Bordeábamos los cuatro mil metros de altura, el día radiante de las cumbres era como una estrella degollada en mil chorros de brillos… Conforme avanzaba el convoy, subían y bajaban los dombos de las montañas. Hinchazones inmensas, cúpulas medio derruidas, crestas y jorobas en lentísimo hervor de siglos…” (O)