Terror

Catalina Sojos

Y no fueron suficientes los cadáveres diarios de la pandemia; tampoco el espectro del nuevo orden mundial y sus adláteres, no fueron bastantes los recelos a las vacunas y un largo etcétera de terrores teledirigidos. Hoy el pánico se dirigió a la política ecuatoriana con todos aquellos “salvadores de la patria” que con un clic en redes sociales y la basura informática han cubierto 24/7 las horas de estas semanas. Hombres y mujeres dispuestos a sacrificarse, hasta el heroísmo, para que triunfe su candidato preferido, insultos y procacidades que se cruzan en un carnaval anticipado cubren el panorama de un paisito que mira cómo sus candidatos no dudan en acudir a las lágrimas, a sus rodillas o a sus secuaces, sin olvidarse de ofertar algunos millones como el primer pago de un voto comprado. Únicamente la campaña por el SI al agua de Cuenca se rescata del maremágnum, aunque pocos la conocen y la confunden con el candidato Pérez y su nombre recién estrenado. Así las cosas, en un infierno plagado de buenas intenciones, con sicariatos, encuestas direccionadas, impuestos a los más débiles por un gobierno ahogado y lo suficientemente cruel para dar la puntilla de despedida, el terror dirige la procesión a las urnas, en tanto los poderosos sonríen desde la seguridad de sus resultados. Lejos, en un pasado irremediablemente perdido, la esperanza, la lucha por el pueblo, los ideales. Lejos el coraje, la valentía, aterrados y sucios miramos este Ecuador extraviado, sin línea imaginaria. (O)