Cuenca y la transportación

La problemática del servicio de transporte ya rebaza lo tolerable, tanto que la ciudad vive tensa, mientras los actores se trenzan, unos en plantones; en explicaciones poco convincentes otros.

A más de diez años de la ejecución del proyecto inconsulto del tranvía, su servicio aún no cuaja, sobre todo en lo económico para que sobreviva en el tiempo; peor, en ser la columna vertebral de un sistema integrado de transporte, que es a donde tiene que propender. Si estos dos elementos básicos no funcionan, bien caben las dudas sobre su futuro.

Pero si no hay un análisis económico que determine cuánto de las tarifas establecidas es para el servicio del tranvía, y cuánto para la Cámara de Transporte que da el suyo en los buses; y peor si no existe compatibilidad de los sistemas de recaudo, no habrá claridad.

Si no hay estudios técnicos que establezcan cómo ha de operar el sistema de integración, peor todavía.

Hoy en día la transportación en las grandes y en las ciudades intermedias no es para planificarla con criterios políticos, peor emocionales o improvisados, tampoco en base a intereses de los actores involucrados.

Es toda una rama de la ingeniería civil y ambiental. Y por eso las pasadas administraciones municipales contrataron consultoras internacionales para que hagan los estudios. Pero es evidente la desidia, de dejar que otros, sin poder de decisión, asuman responsabilidades, acaso sin estar ni siquiera preparados. Un operador externo podría ser una alternativa.

Si no se firma el contrato de integración, el servicio tranviario seguirá sin futuro; y los transportistas, a lo mejor abriendo rutas por la ciudad sin tener facultad, pero llenos de deudas y con pocos pasajeros.

El lunes, las demás ramas de la transportación “sitiaron” a Cuenca. Varias de sus demandas las debe resolver el gobierno central; otras la Municipalidad, como el control a la informalidad, que ha convertido a la avenida Remigio Crespo en improvisada “terminal terrestre”.

Por el bien de la ciudad, reanimamos a la administración municipal a darse un sacudón. Si no es así, los problemas de la transportación pueden quedarse sin freno.