Al año de la pandemia

Francisco Chérrez Tamayo

Es triste y doloroso escribir sobre un tema tan álgido, que nadie quisiera recordar, por que ha causado una tragedia, social y económica en todo el mundo. Se trata de la letal pandemia del Covid 19.  Luego de su origen en Wuhan (China),  el 1 de diciembre del 2019, su expansión fue frenética y vertiginosa,  en menos de 3 meses, ya se reportaron la aparición de muchos casos a nivel de diversas regiones del mundo. En nuestro país, el primer caso se reporta en febrero del 2020; produciéndose la primera defunción en marzo del 2020. A fines de este mes, nuestro país cumplirá un año de este calvario, tiempo en el cuál es muy raro, que algunas familias no hayan pasado por la peripecia y el sufrimiento de tener un  familiar enfermo, por esta cruel dolencia, que no respeta edad, género, religión, inclinación sexual, condición social, económica y política.  Se han experimentado toda clase tratamientos, desde los convencionales medico biológicos, hasta los tratamientos naturales, remedios caseros, bálsamos, brebajes, emplastos, parches, curas de espanto, exorcismos, etc.; y obviamente los ya famosos y conocidos dióxido de Cloro,  e Ivermectina. La verdad que existen muchos y respetables protocolos que están en proceso de estudio e investigación; los médicos siguen estudiando, luchando y esforzándose, pero lamentablemente hasta el momento no  hay un consenso estandarizado y aprobado en el mundo, que frene este desastre. Tanto así que a un año de su inicio, las cifras a nivel mundial arrojan 105 millones de contagios, con más de 2 millones de defunciones. En Ecuador hay sobre los 250 mil contagios, y más de 15 mil muertes. Ojalá la tan esperada vacuna venga pronto al País, y se reparta en orden de prioridades. Hasta tanto acostumbrémonos a esta nueva normalidad; sigamos dependiendo de la mascarilla, el aseo de manos, el distanciamiento, la disciplina y la responsabilidad social. Mantengamos la fe, el optimismo, y sobre todo una actitud positiva, pensando que todo esto fue un sueño, del cual pronto despertaremos. (O)