Darse un baño de pueblo

Viviana Bernal Estrada

Insisto, más humanidad y menos indiferencia. El domingo anterior luego de sufragar me encontré a la salida del recinto electoral con dos amorosos adultos mayores de edad bastante avanzada, por su vestimenta no eran citadinos. Mientras buscaba a una persona para que emplastique mi nuevo certificado de votación, típico e inmediato acto luego del voto, pude escuchar a esa pareja preguntar ¿Y ahora dónde votamos? Si siempre votamos aquí; y claro, por segundos me imaginé cuanto debieron caminar con sus zapatos a media suela y bajo un sol que quema, apenas protegidos con sus sombreros fue imposible evitar mirar el sudor en sus frentes.

Pregunté a la persona de información sobre ¿Cómo “reconocerían” a dos adultos mayores que sin tener obligación de sufragar están aquí? y la respuesta fue “es que a ellos les toca vota en ……” Sin titubear, me ofrecí llevarlos al otro recinto y una vez que ingresaron me retiré. No sé si fue poco lo que hice, pero lo que hice fue por sincera compasión.

Mientras en el engranaje de los procesos no haya acciones distintivas, sostendremos sujetos retrógrados de conductas pasivas y seguiremos viendo “al otro” como eso; por eso es bueno darse de vez en cuando un bañito de pueblo. (O)