Valentín carnavalero

Quizás para “hacer mérito” para la penitencia de cuaresma que se inicia luego de esta festividad, el carnaval se caracteriza por la eufórica celebración de fiestas en las que los placeres corporales tienen cancha libre. En nuestra ciudad se practican estas licencias desde hace muchísimo tiempo. La fiesta de San Valentín, del amor y la amistad, se ha incorporado en nuestro medio desde hace no muchos años al introducirse esta costumbre norteamericana de larga tradición. Este año coinciden las celebraciones; San Valentín esta vez se ha vuelto carnavalero.

Imposible concebir seres humanos ajenos al amor y al odio. Ventajosamente no nos agotamos en razonar y en nuestras vidas tiene importante espacio las emociones que, en algunos casos, se tornan pasiones que desafían al orden establecido. El amor une y puede proyectarse de múltiples maneras. En la relación mujer hombre que con gran frecuencia culmina en la procreación, tiene que haber una atracción amorosa con toques eróticos que denominamos enamoramiento. San Valentín es, ante todo, el día de los enamorados.

La coincidencia de estas fiestas, ni de lejos son contradictorias. Para adolescente y jóvenes especialmente, la euforia carnavalera es una oportunidad para facilitar el enamoramiento y a los enamorados. En este año, el aislamiento impuesto por la pandemia, limita una serie de tradiciones, pero de ninguna manera acorrala al amor. Las condiciones de estas dos fiestas se refuerzan y los enamorados buscarán estrategias y trampas para burlar al coronavirus. Es necesario reforzar el amor, como siempre ha ocurrido, buscando nuevos caminos. Esta enfermedad pretende aislar a las personas, pero el amor no se agota en el contacto físico. (O)