Irresponsablemente neutro

Gerardo Maldonado Zeas

La posición de quienes promulgan el voto nulo es inaudita, y antidemocrática aún con el respeto que de manera personal podemos tener a quienes la defienden.

Es soslayar la realidad, no comprender el duro momento del país, y dejar a un lado la posibilidad de cambiar, para no regresar a los años más funestos del totalitarismo en el control de los poderes del Estado, la represión, persecución a los detractores, al control de la libertad de opinión, al sectarismo; y, sobre todo, al saqueo de los fondos públicos.

Esa ceguera ideológica, con mucha pena diré de una cierta parte importante de la “intelectualidad” académica, que viven un mundo seguro con sueldos elevados, dedicados, a través de las redes sociales, e inclusive con artículos de opinión, a pedir a los ecuatorianos mostrar la espalda a la luz del futuro. Son esas personas que aseguraron su vida hace mucho rato, y les importa un rábano el desempleo, la marginación de los vulnerables, y la falta de crecimiento de la economía.

En esta semana, la Dra. Virna Cedeño, ex candidata a la vicepresidencia de Yaku Pérez, en un gesto responsable anunció al país que apoyará a Lasso en la segunda vuelta. Con esta decisión llamó a la reflexión a su ex compañero de fórmula, para que recuerde los maltratos del correismo, las agresiones a Manuela Picq, los constantes insultos y muestras de odio al siempre respetable movimiento indígena, al cual vilipendiaron de la manera más pueril.

El voto nulo muestra una posición cómoda, y no es un “castigo” para los partidos políticos, convirtiéndose más bien, en una decisión para mandar al tacho de la basura la oportunidad de contribuir al tan necesario cambio. A una semana de las elecciones, los votantes indecisos se van sumando a la opción que según todas las encuestas se encuentra arriba de la tendencia del regreso al caos. Yaku Pérez reflexionará, sabiendo que la próxima elección puede ganarla. Esta posibilidad solamente se daría si un gobierno responsable gobierna los cuatro años del período oficial; si se quedan treinta años, será imposible. (O)