PEQUEÑAS HISTORIAS (VI)

Jorge Dávila Vázquez// Rincón de Cultura

 

Retomo este ciclo, que inicié con la viva presencia del kichwa en nuestra lengua cotidiana, y hoy evocaré breves anécdotas, que espero les parezcan agradables, sobre temas vinculados a la Semana Mayor.

Como recordarán mis contemporáneos, las familias más religiosas eran muy severas en los días santos: limitaciones en la comida, cero juegos y risas, silencio y recogimiento, y mucha oración. Con los pequeños, no siempre eran efectivas las estrictas medidas. Recuerdo que en una casa que conocí muy de cerca, había dos hermanas pequeñitas, la una piadosa y la otra rebelde. Encerradas en el dormitorio, por orden de la piadosa madre, la una invitó a la otra: “ven, recemos al Jesusito crucificado y con “espinillas” (versión infantil de la corona de espinas). Pero la indomable repuso: “más bien crucifiquémosle al gato”, procediendo a abrir las extremidades delanteras del pobre minino.

El gran sermón de esos días era el de las Siete Palabras, que en realidad eran frases de Cristo en el período de la pasión. Un ilustre predicador, de los que se tomaban tres horas para la prédica, repetía desde el púlpito la pregunta de Jesús a quienes lo fueron a prender en el Getsemaníh: “¿A quién buscáis?” Sintiéndose interpelada, una joven sirvienta que llevaba un reclinatorio respondió: “a la niña fulanita de tal, para darle esto”. Seguramente es una invención, pero tenía su gracia.

Los niños y las empleadas domésticas iban al cine -generalmente al Teatro Salesiano-, para llorar con la anualmente repetida “Pasión de Cristo”. Eventualmente, los cines  proyectaban filmes relacionados de alguna manera con el  tema, como el extraordinario “Nazarín” de Luis Buñuel;  “El que debe morir” de Jules Dassin, y ya posteriormente la obra maestra de Passolini, “El Evangelio según san Mateo.” De las 150 películas que dicen se han hecho sobre el tema,  no creo que se proyectaran más de una docena, entre nosotros, incluidas aquellas que solo presentaban marginalmente a  Jesús como “Quo vadis” de Mervyn Le Roy o la súper producción de William Wyler “Ben Hur”.

De todos modos, a lo que iba es a una mínima anécdota, la del costeño que entra en una sala en que se está proyectando una “Pasión” y grita: “yo sé cómo termina: le  crucifican al man”.