¿Los fallos son inevitables?

Hernan Deleg Pacheco

La destrucción de la naturaleza es un problema de gran magnitud, se necesita la colaboración de todos, y en particular de los gobiernos, para que la solución fuese efectiva. En algunos casos los representantes gubernamentales han demostrado el valor necesario para recomendar cambios positivos que beneficiarían al medio ambiente; pero las victorias han sido contadísimas.

Un ejemplo de lo ello, recordemos la cumbre internacional celebrada en Japón en 1997.Las naciones debatieron sobre los términos de un tratado para reducir las emisiones que provocan el calentamiento global. Para sorpresa de muchos se llegó a un acuerdo: el Protocolo de Kioto. Según este, las regiones desarrolladas, como la Unión Europea, Japón y Estados Unidos, reducirían sus emisiones en un 5.2% como promedio para el año 2012.Lo cual parecía prometedor; pero…

No obstante, a principios del 2001 EE.UU. comunico que abandonaba dicho protocolo, decisión que decepciono y desconcertó que este país a pesar de tener menos del 5% de la población mundial, produce alrededor de una cuarta parte de las emisiones del mundo. Por otra parte, otros países no ratificaron el acuerdo…

Que difícil les resulta a los países encontrar buenas soluciones, que hasta la fecha se han realizado cumbres como la de Copenhague, Brasil; conferencias y seguimientos, como las de Lima, París, Marruecos, Alemania… No ha sido fácil reunir a varios gobiernos para entablar una negociación, sobre todo como abordar las cuestiones ecológicas. Aun cuando se suscriben tratados, hay firmantes que acaban retirándose como Canadá. A otros se les hace difícil cumplir con lo estipulado por los gobiernos, puesto que las empresas transnacionales no desean asumir los gastos para la limpieza del ambiente. (O)