La elección popular nacional proclamó a un solo ganador el pasado 12 de abril, no importa cual haya sido la motivación para haberle confiado el voto al Señor Guillermo Lasso, así como tampoco es relevante en estas alturas el buscar una posible justificación de los pormenores que estuvieron presentes en el imaginario ecuatoriano para habernos pronunciado por nuestro nuevo Presidente. Sin embargo, lo condición reinante en estos precisos momentos tiene que ver con la estabilidad, el impulso, pero sobre todas las cosas, la gobernabilidad que le podamos dar al Señor Lasso para que pueda dirigir al país y lograr llevarnos a mejores puertos durante esos próximos cuatro años.
Estos últimos meses han sido muy turbulentos para los ecuatorianos pues contextos como la pandemia, las presiones sociales ocasionadas por los temas de salubridad, las desgracias del sistema penitenciario nacional, asesinatos en plena vía pública, escándalos de corrupción y un sinnúmero de sucesos de diferente índole, impulsaron a que los ecuatorianos miremos nuestro entorno con cierto grado de incertidumbre, temor y por sobre todas las cosas, espanto ante eventos que otrora únicamente los observamos por televisión y en otras culturas.
La batalla es fuerte, el equipo de gobiernos de Guillermo Lasso enfrenta una ardua tarea al tratar de devolverle al país toda la tranquilidad y progreso que nos merecemos los ecuatorianos, si, sabemos que las cosas en este momento pueden pintarse grises, pero debemos recordar que mucho de lo que ellos puedan lograr, lo tenemos en nuestras manos y en nuestros propósitos. ¡Muchos éxitos al nuevo equipo de gobierno! (O)
